viernes, 7 de agosto de 2009

EDITORIAL: SE LOS DIJIMOS ¿DIPLOMÁTICOS?

Otra vez la ignorancia. Manuel Zelaya, el presidente depuesto de Honduras, metido a nuevo clown de la democracia, no pudo ser controlado por el protocolo y tuvo a bien aventarle flores al innombrable enemigo de esta administración: Manuel López Obrador, propiciando la pataleta correspondiente del Presidente Felipe Calderón, el acomedido.

Esto no debió pasar de tener verdaderos custodios de la Política Exterior de México y no una panda de burócratas blandengues dispuestos a figurar, aun en la rechifla. El caso de Zelaya es uno de esos ejemplos didácticos para no comprar problemas de otras naciones ni estar dando visiones pueblerinas como entregas de las llaves de la ciudad y firmas de visitante distinguido o recibimientos oficiales de Jefe de Estado.

Lo sentimos pero cómo ayudar a quién no desea hacerlo.

Por cierto, ¿cuál fue la utilidad de traer a este tipo?.

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