martes, 4 de agosto de 2009

EDITORIAL: ESCRIBES O TE MUERES

Así sea el asesinato de un solo compañero periodista, así el gremio estaría indignado. Pero cada quien su interés, cada quien su cobardía.

Es triste y vergonzoso ver a México, nuestra patria, calificada como un lugar mortal para ejercer el periodismo.

En año y medio, según datos conservadores, han sido asesinado 17 profesionales de la información sin saber aún causa o responsables intelectuales.

En un momento crucial para el respeto y la vigencia de los Derechos Humanos en el país, los crímenes contra periodistas atacan dos garantías individuales y constitucionales: la libertad de expresión y el derecho a la información.

Información es poder, pero también destruirla es poderío. No se trata únicamente de llorar a los muertos; es imprescindible luchar para proteger la verdad, esa alineada al progreso de la sociedad.

Algunos de los asesinados eran conocidos, otros, como muchos, se la jugaban a la buena de Dios. La venganza los alcanzó por igual, sin remitente y sin aviso. Hablas y te mueres.

No estamos perdiendo a los monigotes prestigiados, pagados y serviles a sus dueños. Estamos refiriéndonos a seres humanos decididos a contar historias y presentar investigaciones, a comunicarle al público el mal padecido.

Aprendimos en la vieja redacción de un periódico legendario la hermandad existente entre los reporteros y el dolor indescriptible de saber la muerte de alguno, cercano o no. Creemos, y vamos siendo menos, en honrar a los caídos a través de más trabajo, de más riesgo. No estamos apostando a contentar a alguien por encumbrado o intocable, apostamos por la decencia de nutrir cualquier medio con un dato, una declaración o un punto de vista constructivo para la mentalidad de cambio de los lectores. Ese es nuestro horror.

Seguiremos en la brecha, solitarios y necios, los tiempos imponen. No vamos a pactar, como el mercenario de los boletines, con la medianía. Tenemos un compromiso y hemos de cumplirlo. Por nosotros y por quien nos da su confianza, su credibilidad y sus comentarios cotidianos.

El periodismo es no renunciar a la herencia combativa de siglos, corriendo la pluma sobre un papel, para sostener un yo acuso.

Por los idos, por los presentes y por los próximos.

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