domingo, 2 de agosto de 2009

MARASSA: DON JAIME SABINES

Los DODOS se unen al Homenaje en El Palacio de las Bellas Artes para conmemorar Diez Años de Ausencia del poeta mexicano más importante de la segunda mitad del siglo XX.

Por: Raúl Gómez Miguel

A mi juicio, la Poesía es arte supremo. No por las barrabasadas teóricas que los intelectualoides se inventan para justificar el fracaso, sino por esa capacidad divina de poner las emociones al alcance del hombre común y hacerlo sentir por un momento parte del universo total.

Charles Bukowski, uno de esos poetas duros que no deben de darse leer y que, por supuesto, no lo enseñan en las escuelas, escribía que Dios es su infinita sabiduría había hecho muy poca poesía y demasiados poetas.

Y el forajido y no se equivocaba. Es usual en la historia de la Poesía que en las enormes listas que compila, unos cuantos nombres signifiquen todo lo trascendente y fundamental que posee la magia de las palabras de un poema.

En México, tengo a don Jaime Sabines en el altar tutelar de la lírica nacional por encima de supuestos pesos completos como Octavio Paz y un largo etcétera forjado a la sombra de capillas y grupúsculos más o menos relacionados con el poder del privilegio burocrático.

A diez años de muerto, don Jaime Sabines me recuerda que el único paladín que respeto desde lo hondo de mi alma en materia poética cumple setenta años y se llama José Emilio Pacheco.

Podrán tildarme de lo que gusten, pero Sabines y Pacheco son puntos obligados de estudio y sensibilidad para quien se diga amante de la poesía o pretende ceñirse la corona de poeta. No hay más, a pesar de los nombres reiterados en los medios por cumplir sus papeles de artistas del Estado.

¿En qué me baso para decir tales blasfemias políticamente incorrectas?. En algo obvio y quizás medio estúpido, según las altas esferas que pisan nuestros creadores de premios, becas y robos, que la poesía escrita por don Jaime y don Emilio una vez que se absorbe nunca nos abandona. Son poemas de grandes temas en palabras sencillas; en recursos cotidianos que ponen el simbolismo en la cercanía de las narices mortales.

Me consta y al Palacio de Bellas Artes y de Minería también que estos poetas atraen a las multitudes y que sus poemarios pasan de mano en mano y de generación en generación, detalle que ni siquiera es imaginado con las mafufadas de otros hombres y mujeres que se lanzan a la mitad del foro para hacer el ridículo y proclamarse “poetazos”.

Los amorosos de don Jaime Sabines es un poema abierto que ha servido para mil y una interpretaciones diferentes y que le susurra a cada lector una posibilidad propia del amor y los amantes, y precisamente por tratarse de un tema tan cercano, la gente descubre lo que un profano en cualquier libro sagrado: la grandeza de la palabra y su capacidad de exponer los grandes temas de la humanidad en el único idioma que entiende el espíritu: el de la fragilidad humana.

A una década de su muerte, la obra completa de Jaime Sabines está vigente y al igual que el caso del chileno Pablo Neruda, la permanencia radica en que sus ideas nos envuelven en los momentos terribles de la existencia.

Para mí, un poema tiene que ser comprendido por la mayoría. El poeta no trabaja para los cuates, trabaja para que lo quieran y para que en el futuro alguien evoque una de sus líneas conmovido. La poesía es un paso de antorcha en las sombras circundantes y es un acto de entre íntima entre dos semejantes que contactan a través de las palabras.

La poesía intelectualizada no es ni lo uno ni lo otro, y sólo el tiempo la pone en su lugar.

Sin caer en el homenaje forzado y la grandilocuencia de los actuales criminales de la cultura mexicana simplemente manifiesto con las palabras de la sabiduría de don Jaime Sabines que mientras existan amorosos, existirá su legado, sin Nobel o tamborazos.

Don Jaime, los amorosos callan y sabemos por qué lo hacemos, gracias a usted.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Grande Gómez ! felicidades por este Blog. me encantó. Te mando un abrazo y los mejores deseos.

Maximiliano Preciado.
"peluso" ( para Viveros )
"El argentino" ( para Gómez )