jueves, 8 de enero de 2009

LA STREGA: Los reyes magos



POR: Marcia Trejo





Existen pocas leyendas tan ampliamente difundidas como la de los Reyes Magos o Santos Reyes. Su fuente básica es la Biblia que en Mateo 2 nos dice:

1 Jesús nació en Belén, un pue-
blo de la región de Judea, en el
tiempo en que Herodes era rey
del país. Llegaron por entonces a
Jerusalén unos sabios de Oriente
que se dedicaban al estudio de las
estrellas.
2 Y preguntaron:
- ¿Dónde está el rey de los ju-
díos que ha nacido? Pues vimos
salir su estrella y hemos venido a
adorarlo.
3 El rey herodes se inquietó
mucho al oír esto, y lo mismo les
pasó a todos los habitantes de Je-
rusalén.
4 Mandó el rey llamar a todos
los jefes de los sacerdotes y a los
maestros de la ley, y les preguntó
dónde había de nacer el Mesías.
5 Ellos le dijeron:
- En Belén de Judea; porque
así lo escribió el profeta:
6 En cuanto a ti, Belén, de la
tierra de Judá, no eres la más pe-
queña entre las principales ciu-
dades de esa tierra; porque de ti
saldrá un gobernante que guiará
a mi pueblo Israel.
7 Entonces Herodes llamó en
secreto a los sabios, y se informó
por ellos del tiempo exacto en que
había aparecido la estrella.
8 Luego los mandó a Belén, y
les dijo:
- Vayan allá, y averigüen todo
lo que puedan acerca de ese
niño; y cuando lo encuentren,
avísenme, para que yo también
vaya a adorarlo.
9 Con estas indicaciones del
rey, los sabios se fueron. Y la es-
trella que habían visto salir iba
delante de ellos, hasta que por
fin se detuvo sobre el lugar donde
estaba el niño.
10 Cuando los sabios vieron la
estrella, se alegraron mucho.
11 Luego entraron en la casa, y
vieron al niño con María, su ma-
dre; y arrodillándose lo adora-
ron. Abrieron sus cofres y le ofre-
cieron oro, incienso y mirra.
12 Después, advertidos en sue-
ños de que no debían volver a
donde estaba Herodes, regre-
saron a su tierra por otro camino.

Una vez leído el texto bíblico, uno no deja de echar en falta ciertos detalles que lo hacen diferente a la versión comúnmente conocida: ¿y sus nombres? ¿y el camello, el caballo y el elefante? ¿dónde dice que eran tres? ¿era 6 de enero?, etc. Ciertamente el origen de estas particularidades es posterior unos cuantos siglos y las inexactitudes empiezan desde el nombre: Reyes Magos.

Los magos eran originalmente una tribu de la Media, que en Persia, Babilonia y Asiria estaba revestida de funciones sacerdotales; se distinguía por una profunda dedicación al estudio así como su amplio conocimiento en astrología y teología. En la literatura astrológica griega se les consideraba poseedores de un poder secreto, razón por la cual el nombre de magos pasó a ser considerado como sinónimo de hechiceros.

El origen y etimología de la palabra son inciertos. La palabra magia proviene de “mago”, nombre dado a los sacerdotes persas, y originalmente significaba sabiduría. Por su relación con el sacerdocio babilónico adquiere posteriormente la significación de encantador, astrólogo e intérprete de sueños.

La tradición popular los convirtió en reyes y así pasaron a ser los Reyes Magos o Santos Reyes, lo cual es falso. Entre los Padres, el primero que lo afirma es San Cesáreo de Arlés en el siglo VI. Las pinturas más antiguas de las catacumbas los representan sin ningún tipo de insignia real. San Mateo, pese a su empeño en realzar la dignidad de Jesús, nada menciona de la realeza de los Magos.

En cuanto a su número, las tradiciones y monumentos antiguos cuentan 2, 3, 4, 6, 8, 12 y 15. El número más constante y probable es el de 3, que ha prevalecido y se basa en la cantidad de presentes ofrecidos (oro, incienso y mirra). Las pinturas de las catacumbas representan comúnmente tres personajes; el número 2 o 4 que aparece en ocasiones puede deberse al gusto del artista por la simetría.

Los nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar ni son primitivos, ni son los únicos que se les aplican. Estas denominaciones se hallan, por vez primera, en un códice de la Biblioteca Nacional de París en el siglo VII; Beda el Venerable los describe así: “Melchor, era anciano, de barba luenga y poblada; Gaspar, joven, lampiño y rubio; y Baltasar, negro y de espesa barba”. No obstante, Vigoroux hace notar que esta diferencia de razas no concuerda con las representaciones arqueológicas de la numismática, escultura y pintura de los primeros siglos del cristianismo, en donde se les representa como de una misma raza, no apareciendo la diversidad hasta muchos siglos después. Podemos deducir que tal alusión tenía el fin de simbolizar la adhesión de los tres continentes entonces conocidos a la fe cristiana, una invitación universal a la salvación o la preeminencia como religión.

Los tres nombres varían de acuerdo a las lenguas, y así, en lengua siraica se les llama: Kagpha, Babadilma y Badadakharida. En la griega: Apellicon, Amerin y Damascón. En la hebrea: Magalath, Galgalath y Serakin. En la etiópica: Ator, Sater y Paratoras. Como los armenios suponen que fueron doce magos les asignan doce nombres diferentes.

En cuanto a su procedencia, según San Mateo (Mat. 2,1), los Magos venían “del Oriente”, pero no determina de qué país. Su patria podría ser Arabia, Mesopotamia, Babilonia o Persia. A juzgar por los regalos que traían consigo, productos característicos del sur de Arabia, se podría pensar que era ese su origen; sin embargo, allí no existían los magos.

Las más antiguas imágenes cristianas los representan como adoradores de Mitra (dios persa); las más recientes como reyes fundándose quizás en Salmos 72,10 (“Que le traigan regalos y tributos los reyes de Tarsis y de las islas, los reyes de Sabá y de Sebá!”) e Isaías 60,6 (“Te verás cubierta de caravanas de camellos que vienen de Madián y de Efa; vendrán todos los de Sabá, cargados de oro y de incienso, y proclamarán las acciones gloriosas del Señor”)

Respecto del tiempo, lo más cierto es que los Magos llegaron a Jerusalén, no trece días después del nacimiento de Jesús, sino después de la Presentación y Purificación. Cuánto tiempo después, no consta exactamente. Es probable que habiendo nacido Jesús en el año 749 de Roma, cinco antes de nuestra era, y muerto Herodes entre marzo y abril del año siguiente, 750 de Roma, cuarto de nuestra era, los Magos llegarían a Jerusalén unos dos meses después de nacido Cristo.

Si nos basamos en “La rama dorada” de James Frazer encontramos que “... el festival de Adonis era fechado con regularidad, coincidente con la aparición de Venus como estrella matutina (...) En Afaka, Siria, había un famoso templo de Astarté y la señal para la celebración de los ritos la daba el resplandor de un meteoro que ese día determinado parecía caer como una estrella desde la cima del Monte Ibano al río Adonis. Se pensaba que el meteoro era la propia Astarté y su carrera por el aire debería interpretarse como el descenso de la amorosa diosa en brazos de su amante. En Antioquia, como en otras partes, la aparición de la estrella matutina el día de la fiesta puede, de modo semejante, haber sido saludada como la llegada de la diosa del amor a levantar a su querido amante de su lecho terrenal. Si fue así, podemos pensar que ella fue también la estrella matutina que guió a los Reyes Magos de Oriente hasta Belén...”. Si tomamos en cuenta que tales festivales se celebraban el 24 y 25 de marzo, podemos deducir que los Magos llegaron a ver a Jesús en ese mes.

El sitio donde hallaron y adoraron a Jesús, algunos creen que es el establo y pesebre mismo donde había nacido; con todo, San Mateo llama casa al sitio donde estaba el Niño; y que la palabra casa haya de entenderse propiamente, parece indicarlo las más antiguas pinturas de las catacumbas. Es muy tardía la representación del pesebre en la Adoración.

Por último, la tradición añade que los Magos que adoraron a Jesús fueron más tarde instruidos en la fe cristiana por el apóstol Santo Tomás. Hay quien supone que fueron consagrados obispos y que murieron mártires en el siglo I de nuestra era. En tiempos de Constantino el Grande (280-337), se trasladaron sus restos desde Palestina a Constantinopla y de allí a Milán, hasta que el emperador Federico Barbarroja los regaló en 1164 al obispo de Colonia, quien edificó en honor de los mismos un templo sencillo, que se convirtió después (1248) en una preciosa catedral. Lucio Dexter en su Chronica supone ocurrido el martirio de los Magos en el año 70 de nuestra era.

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