Por los millones de hombres y mujeres de color que ofrendaron sus vidas para alcanzar la dignidad y la justicia humanas de sus descendientes.
Por los miles de hombres y mujeres de color que dieron sus vidas en guerras internas y externas para preservar la forma de vivir de una sociedad que los rechazaba.
Por los cientos de hombres y mujeres de color que hicieron de sus sentimientos manifestaciones artísticas que conquistaron el mundo pero no la aceptación racial de sus congéneres.
Por las decenas de hombres y mujeres de color que a diario son víctimas de la arbitrariedad de una estúpida concepción de supremacía racial.
Por el hombre y la mujer de color que ocupan hoy la Presidencia de los Estados Unidos de América.
Por los vivos y por los muertos elevamos nuestro voto de esperanza para que el imperio por excelencia entienda que ya es tiempo de poner los pies en la tierra y luchar junto al resto de la humanidad por el sueño de igualdad que, hace más de cuarenta años, un ministro de fé manifestara para ser asesinado después.
El sueño de ser uno.
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