jueves, 8 de enero de 2009

EDITORIAL: EL LAMENTO DODO

Los DODOS de todo el mundo lloramos por la muerte y el sufrimiento de decenas de niños palestinos que son, a fin de cuentas, las víctimas propiciatorias de las ambiciones asesinas de adultos soberbios a una creencia de superioridad estúpida y estéril. La guerra que azota la franja de Gaza, como los cientos de conflictos armados que no alcanzan la notoriedad mediática, muestra la crueldad que hace despreciable a ciertos seres humanos. No existe ninguna justificación para generar tanto dolor. Los corazones dodos se parten al contemplar las imágenes de esos infantes que como promesa de esperanza se debaten en un entorno de destrucción y agonía. Nos gustaría ser fuertes y poderosos para poderlos sacar de la zona de peligro, para devolverles la paz y la sonrisa, pero sólo somos unos pájaros torpes que creemos en la paz. Por ello, si la humanidad escuchara atenta, detectaría el sonido triste del lamento de nuestras gargantas, y de los miles de semejantes que han muerto a lo largo de los siglos, que deploran el aniquilamiento de la inteligencia.

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