miércoles, 18 de abril de 2012

MALA LECHE: JOSEFINA Y EL FRACASO ANDANTE

POR.- EL DODO DE LA MALA LECHE

Ha sido una campaña electorera extraña. Carece de pies y cabeza; de sentido común. Cuando lo que recuerda el público de una propuesta son los errores, la derrota es tangible y apesta la cercanía. Josefina Vázquez Mota no avanza en la dirección mínima. El asunto de ser mujer no gana votos, los espanta y feo. Faltas infantiles, patatús, berrinches y avisos inoportunos merman la repesca de la simpatía. La señora intenta y no puede. No es que los adversarios sean la neta. Simplemente que es peor a ellos. Los otros de menos sabrosean la grilla. Josefina es un chiste malo.

A partir del lunes 9 de abril, faltando ochenta días para la elección presidencial, la abanderada panista decidió hacer caso a la inconciencia y atrajo el apoyo pleno del calderonismo.

Juan Molinar Horcasitas, Guillermo Anaya y Rafael Giménez fueron los panistas que se sumaron al primer círculo del cuarto de guerra de Josefina Vázquez Mota.

Los tres mostraron una sola acreditación importante: son afines a Felipe Calderón.

Juan Molinar Horcasitas fue director del IMSS y secretario de Comunicaciones y Transportes; el senador Guillermo Anaya compitió por la gubernatura de Coahuila, que ganó el priista Rubén Moreira.

Rafael Giménez es otro de los personajes que trabajaron para el sexenio de Calderón. Este panista fue coordinador de Opinión Pública de la Presidencia de la República hasta el sábado pasado a su ingreso.

Con las manos en el lodo, sin embargo, la candidata rechazó que desde la residencia oficial de Los Pinos se le quieran imponer nombres y cargos para la nueva conformación de su equipo de campaña.

“A mí nadie me impone nada ni a nadie; estoy en completa libertad y con absoluta autonomía”.

Si entendemos autonomía como cierta dependencia, Vázquez Mota está en lo correcto. No es independiente y ante las cuentas fregadas tuvo que aceptar la mano siniestra del presidente de la República. No le quedaba de otra. Metida en una causa superior a sus capacidades, la panista se refugió en un terreno conocido, igualito que la hermana incómoda de Michoacán.

Josefina tergiversa los hechos. “No se trata de un arranque flojo, hemos tenido giras exitosas en Tapachula Chiapas, Ensenada, Puebla, y otras regiones del país”. Desgraciadamente, los resbalones superan los aterrizajes elegantes. Eso de no escribir correctamente el nombre de una entidad federativa no es ignorancia, es incompetencia.

El supuesto vigor que trajeron los “iniciados” de Calderón deberá de marcar una diferencia. Tendremos una campaña “ciudadana”, representativa de la gente y de la comunión improbable de la derecha y el peladaje.

“Vamos a seguir escuchando a la gente y a partir de sus reclamos y anhelos vamos a construir un proyecto de nación diferente”.

Y se cura en salud. “Primero se cuestiona a los políticos que no escuchan a los ciudadanos y cuando los políticos nos bajamos a escucharlos, sin nada prefabricado, sin guión, pues parece que también hay quienes se preocupan”.

No va así la canción. Los grillos recurren al desfiguro por que el talento no da. Se inventan dramas y luego se arrepienten.

La confusión, apuntada por Los Dodos, es casi primitiva: la señora quiere, desea, anhela, pero no tiene con qué. Su mediocridad es apabullante, aun compitiendo en el idealismo hueco de Amlove o la portada adolescente de Peña Nieto.

Josefina es un fracaso andante por sí misma, y eso no hay dedazo que lo cambie.

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