jueves, 5 de abril de 2012

APUNTES: MUCHA POLICÍA ¿Y?

POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL

Recurriendo a un razonamiento básico, pero no del todo cierto, la sociedad mexicana tiene bastantes elementos en sus fuerzas de seguridad pública como para constituir un ejemplo de seguridad mundial. No obstante, precisamente por la peculiar manera de ejercer la justicia, esa multitud de policías es ornamento puro.

Con más de 544 mil elementos federales, estatales y municipales, México es el tercer país con mayor fuerza policial, sólo detrás de India y Estados Unidos, pero la incidencia de los delitos de alto impacto social (homicidio doloso, robo con violencia y secuestro) han tenido un repunte que no se combate con estadísticas.

En la revisión de la Cuenta Pública de 2010, la Auditoría Superior de la Federación detectó que la constante alza del presupuesto federal en seguridad pública, aumentó las partidas y no los resultados.

Con esa singularidad, la dependencia insistió en una profesionalización plena de los cuadros policiales en los tres órdenes de gobierno.

Según las cifras del órgano superior de fiscalización, los delitos de alto impacto social siguieron al alza, pues solo los homicidios dolosos pasaron de 15 a 18 por cada 100 mil habitantes.

A su vez, los robos con violencia se incrementaron de 32 a 39 y los secuestros mantuvieron la tasa de uno por cada 100 mil habitantes.

En contraste, México es el tercer país del mundo con mayor número de policías (544 mil 25 de los tres niveles de gobierno), solo superado por India, que cuenta con poco más de un millón, y Estados Unidos, que tiene 951 mil elementos.

Y es que no sólo se trata de números sino de acciones. En los últimos cinco años, en plena guerra calderonista contra el crimen organizado, la Policía Federal ha gozado de prioridad absoluta en cuanto a la asignación de recursos, aunque en el balance general de su actuar, los logros sean escasos.

En el periodo 2006-2010 el presupuesto para la Policía Federal se incrementó a razón de 34.7 por ciento en promedio cada año, al pasar de 5 mil 749 millones de pesos en 2006 a 18 mil 929 millones en 2010, sin que en el resto del sexenio la tendencia cambie.

Desgraciadamente, gracias a la grilla nuestra de todos los días, el bloqueo legislativo a revisar una Ley de Seguridad Nacional seria es absoluto. El Congreso cierra cualquier rendija para que el partido en el poder, sea cual sea, consiga un avance en la materia.

Al tiempo que los delincuentes actúan quebrantando la endeble legalidad institucional, los Poderes de la Unión se obstinan en la confusión de atribuciones y en el golpeteo bajo.

Acéptese que la mayoría de muertos al presente (casi 50 mil) son producto de enfrentamientos entre cárteles de la droga. De las bajas en las fuerzas de seguridad del Estado no existen datos sustentados.

De acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, hasta noviembre de 2011 el universo total de altos mandos, medios y superiores, además de personal operativo de las policías del país, era 458 mil 816 elementos.

La oficina que dirige Óscar Vega Marín precisa también que, de ese universo de uniformados, solamente 43 mil 461 elementos, es decir, 9.47 por ciento, habían aprobado las evaluaciones de control y confianza.

A la fecha solo la mitad de mandos estatales se habían sometido a las evaluaciones.

Con lo expuesto hasta aquí, podemos sostener que, además del flujo de dinero, la seguridad pública urge de nuevas normas que la regulen, consensos entre los poderes y una sincera vocación de servicio en sus elementos, que velan por su interés aun traicionando la confianza del pueblo a quien dicen proteger.

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