POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL
Omitiendo histerias y ensoñaciones macabras, la actividad sísmica en México se incrementó drásticamente, obligando a quienes vivimos aquí a comprender, sin aspavientos ni premociones baratas, el riesgo que amenaza a nuestro asentamiento.
En lo que va de este año, los mexicanos vamos de susto en susto, rogando que nuestra madre tierra no decida ponernos un reverendo madrazo de consecuencias impensables. Ante la fragilidad humana es poco lo que se puede hacer, pero nunca está de más la prevención y, en especial, estar entrenados para, aun en el escenario menos favorable, saber qué hacer a favor de los nuestros.
A partir del 3 de abril de 2012, los usuarios de BlackBerry podrán acceder a una aplicación de alarma sísmica por la que serán avisados 5 segundos después de que se emita el sonido de alerta de un temblor en la ciudad de México.
El jefe de gobierno, Marcelo Ebrard presentó la aplicación que ingenieros del gobierno capitalino y de la empresa BlackBerry desarrollaron para que los capitalinos puedan “aprovechar los segundos antes de un sismo“ y esta será gratuita.
Dicha aplicación se puede bajar de la página de Internet www.caepccm.df.gob.mx que corresponde al Centro de Atención de Emergencias y Protección Civil de La Ciudad de México.
El mandatario local explicó que esta es la única empresa que se ha acercado al gobierno para desarrollar la aplicación que se suma a otras estrategias de protección civil como los 50 mil radios instalados en las escuelas y los 6 mil 800 altavoces instalados en toda la ciudad que emitirán la alerta sísmica con 40 y 60 segundos de anticipación.
“La alerta nos da segundos antes de que impacte a la ciudad de México. En estos segundos podemos evacuar los edificios, interrumpir servicios, tomar acciones como individuos y como gobierno para proteger a las personas; ese es el objetivo estratégico de todo lo que estamos haciendo”, dijo Ebrard.
Se calcula que 52 por ciento de los teléfonos inteligentes en el país es BlackBerry.
Rogando que ahora sí la autoridad y las empresas involucradas no vayan a presentar un fiasco, es fundamental resaltar que la alarma sísmica posee un propósito preventivo y no es una señal de caos.
A pesar de guardar en la memoria colectiva el drama de los terremotos de 1985, en el Distrito Federal hemos avanzado muy poco en la generación de una cultura de protección ante desastres telúricos. A gritos, sombrerazos y mentadas, los simulacros de evacuación a un sismo se han tomado a chunga y no se les ha dado la prioridad y la seriedad correspondientes.
Un minuto de diferencia entre la ocurrencia de un sismo y el impacto en la gran urbe hace una diferencia sustancial. De estar organizados, concientes de nuestros deberes y de los estragos que genera el terror masivo, es factible reducir las bajas humanas y percances colaterales.
La convocatoria es simple: atendamos los protocolos de seguridad, no perdamos la calma y actuemos con inteligencia.
Tarde o temprano,en apego a la ciencia, un terremoto de gran envergadura afectará seriamente a la Ciudad de México, no obstante, lo que hagamos o dejemos de hacer en esos instantes será la frontera de vida o de muerte; nosotros lo decidimos.
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