lunes, 20 de septiembre de 2010

MALA LECHE: EL COLOSO

POR: EL DODO DE LA MALA LECHE Y EL DODO DE HUMOR NEGRO

Después de la sensacional aparición de “El Coloso” la noche del grito en la plancha del Zócalo de la Ciudad de México, que diera rienda suelta a diversas teorías sobre su personalidad, finalmente, se supo la verdad.

Según el escultor del monigote de veinte metros de altura, Juan Carlos Canfield, retomó la fisonomía y el rostro de Benjamín Argumedo para darle cuerpo a la escultura. Consignado en los libros de historia serios y no en la revistucha que regaló Felipe Calderón, Argumedo fue un levantado que reconoció a Victoriano Huerta, a pesar de saberse asesino de Francisco I. Madero, por ende, combatió a Francisco Villa, emblema popular del movimiento, a Venustiano Carranza, padre de la fuerza militar que ganaría el conflicto, y traicionó a Emiliano Zapata, o sea un vil traidor, desertor, antirrevolucionario, cuya memoria se mantiene por un corrido que han cantado Antonio Aguilar y recitado Ignacio López Tarso.

Alguien tuvo que haberle dicho a Juan Carlos Canfield que la perspectiva estaba equivocada, pues, aunque la revolución después se hizo partido con la verdad que ya conocemos, en su gestación hubo héroes reales. Parece que la mala leche de los organizadores se filtró para ponerle un rostro nefasto a la cosa esa.

Ya ni llorar es bueno. Sólo apechugar el humor ácido de los ciudadanos que no perdonan el exceso de gastos en una fiesta tan chata mientras Veracruz, entre otros Estados, no se le acaba debido al huracán Karl. ¿En dónde están los recursos requeridos? Vayamos a saber. El punto es que la situación dramática de Tabasco se repite.

A un cuarto de siglo de los terremotos de 1985 que devastaron porciones importantes del Distrito Federal, los estudiosos reconocen que no estamos preparados para catástrofes de ese tipo, a sabiendas del enorme riesgo que corremos de una repetición mayor de este tipo de fenómeno natural.

México, capital, es un hervidero de obras públicas y privadas que construyen edificios impactantes de cuya seguridad no sabemos absolutamente nada. Muchos reglamentos y trámites, no obstante, la maldición de la corrupción hace dudar que las especificaciones técnicas en planos concuerden con la realidad.

La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) confirmó el fallecimiento del ministro José de Jesús Gudiño Pelayo, acaecido ayer domingo víctima de un infarto, a la edad de 67 años.

El ministro Gudiño Pelayo se encontraba en período vacacional por haber integrado la Comisión de Receso, del 16 al 31 de julio del presente año.

El deceso ocurrió en Londres, Inglaterra, por lo que la embajada de México en el Reino Unido presta todo el apoyo para los trámites correspondientes, aseveró la Corte.

Gudiño Pelayo fue designado ministro del Alto Tribunal por el Senado de la República en enero de 1995 y asumió el encargo en febrero del mismo año, mismo que culminaría el 30 de noviembre de 2015

La vacante que dejó su muerte soltará la grilla habitual, pues, Gudiño Pelayo se caracterizó, en lo que cabe, por apoyar el ala liberal de la Corte y esperamos que su sucesor mantenga esa tendencia.

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