domingo, 18 de marzo de 2012

SEMBLANZAS: UN DINO TRICOLOR DE 83 AÑOS

POR.- LA REDACCIÓN DODO

A los 71 años de existencia perdió la Presidencia de la República, y a los 83, el Partido Revolucionario Institucional, después de doce años lejos del Poder Ejecutivo, amenaza con regresar a Los Pinos, no por la inteligencia política, si no por la imbecilidad absoluta de una derecha y una izquierda venida a menos.

Fue en 1989 cuando el PRI perdió por primera vez una gubernatura, la de Baja California (que sigue siendo panista), a manos de Ernesto Ruffo.

A partir de entonces, distintos territorios, como Guanajuato o el Distrito Federal, que tampoco han vuelto a manos priistas, los fue perdiendo.

Sin embargo, en el pecado llevo la penitencia y de acuerdo con los resultados electorales, cuando el PRI cumple 83 años de su fundación es la primera fuerza política en el país. Gobierna a más de 55 millones de mexicanos, equivalente a alrededor de 50 por ciento de la población nacional.

De los 32 gobiernos locales que existen en México, incluyendo el Distrito Federal, el PRI administra 20 estados. El PAN seis: Baja California, Baja California Sur, Sonora, Jalisco, Guanajuato y Morelos; el PRD en Guerrero, Chiapas y el DF, y en alianza PAN-PRD y otras fuerzas políticas, como Convergencia y Partido del Trabajo, Sinaloa, Oaxaca y Puebla.

En los últimos 19 años, diez estados: Aguascalientes, Zacatecas, Tlaxcala, Querétaro, Nayarit, San Luis Potosí, Yucatán, Nuevo León, Chihuahua y Michoacán han vivido la alternancia, ya sea del PAN, PRD o una alianza de ambos, pero en estos casos la oposición priista lo más que ha permanecido en el poder ha sido dos sexenios.

Casos distintos son los estados de Baja California, en poder del PAN desde hace 23 años; Guanajuato, que también es blanquiazul a partir de 1991 y el Distrito Federal, territorio perredista desde 1997.

Con los números que arrojó el calendario electoral de 2011, que incluyó la disputa de seis gubernaturas, cuatro congresos locales y 222 ayuntamientos, 23 de las 31 capitales estatales son gobernadas por priistas.

La presencia priista en la Cámara de Diputados (que perdió la mayoría en 1997) es de 240, de entre 500 legisladores; de los 128 senadores, 33 son de ese instituto político.

En 23 de los 32 congresos locales el priismo es mayoría: de los mil 142 legisladores locales que integran los 31 congresos estatales y la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, el PRI tiene 488 legisladores, lo que significa 42.7 por ciento del total.

Los diez estados que en algún momento, a partir de 1993, dejaron de ser gobernados por el PRI, pero que en distintos procesos electorales volvieron a quedar bajo su signo son:

Aguascalientes, entre 1998 y 2010, con dos gobernadores panistas, Felipe González y Luis Armando Reynoso Femat, que le dejó el cargo al priista Carlos Lozano el año pasado.

Zacatecas fue gobernado por el PRD durante dos sexenios consecutivos; primero por Ricardo Monreal, entre 1998 y 2004, seguido de Amalia García, hasta 2010. El año pasado, Amalia fue sustituida por el priista Miguel Alonso Reyes.

Tlaxcala es otra de las entidades federativas que solamente tuvo dos sexenios sin el PRI: el primero fue el perredista Alfonso Sánchez Anaya, 1999-2005, y luego el panista Héctor Ortiz Ortiz, que gobernó hasta este año, cediendo el puesto al priista Mariano González Zarur.

Querétaro tuvo dos gobernadores panistas de forma consecutiva; primero fue Ignacio Loyola Vera (1997-2003) e inmediatamente Francisco Garrido Patrón, quien dejó el cargo en 2009, cediéndolo al priista José Calzada Rovirosa.

Hace 13 años, producto de una alianza PAN-PRD, Antonio Echevarría se convirtió en gobernador de Nayarit, pero a la siguiente elección el priista Ney González recuperó el gobierno.

Entre 2003 y 2009 el panista Marcelo de los Santos gobernó San Luis Potosí, pero en la elección de 2009, Fernando Toranzo, del PRI, obtuvo el triunfo electoral.

El panista Patricio Patrón Laviada en coalición con el PRD le arrebató la gubernatura de Yucatán al PRI en 2001, pero desde 2007 Ivonne Ortega recuperó para el PRI el territorio peninsular.

En Chihuahua, después de una feroz lucha panista por la gubernatura de Chihuahua, que empezó con Luis H. Álvarez en 1956, en 1992 Francisco Barrio se alzó como gobernador, pero tuvo que dejar el puesto al priista Patricio Martínez al sexenio siguiente, en 1998.

En Nuevo León pasó algo similar. En 1997 Fernando Canales Clariond obtuvo la gubernatura para el PAN, que terminó Fernando Elizondo, quien tuvo que entregarle el poder a Natividad González Paras, del PRI, en 2003.

La última recuperación priista, de cara a las elecciones del próximo 1 de julio, que incluye la Presidencia de México, el Congreso de la Unión, seis gubernaturas y 583 cargos municipales y ahora con 83 años de haberse fundado fue Michoacán, que primero estuvo gobernada por Lázaro Cárdenas Batel y luego por Leonel Godoy, ambos del PRD.

En suma, la celebración de sus ochenta y tres años permite akl Partido Revolucionario Institucional que es un dinosaurio recargado; que tomando mañas y perfeccionando otra, está de nuevo en la primera línea de competencia grilla; que los números generales de la República lo ponen por encima de cualquier encuesta de la competencia, que con Enrique Peña Nieto o sin él, el tricolor va en firme por su retorno triunfal, que aunque nada vaya a cambiar en su naturaleza, el dinosaurio no puede ser ignorado y que, quizás, en el cumpleaños 84, este desde su trono enseñando a propios y extraños el “know how” del infierno politiquero que el mismo inventó.

No nos confundamos, de ganar el PRI o cualquiera de sus competidores directos, no gana nadie que no sean ellos mismos. México pierde de todas, todas. La tortura es decidir el margen del dolor.

Ya lo expuso, Pedro Joaquín Coldwell, líder del Partido: "No queremos otro sexenio de muerte y miedo, ni tampoco de estancamiento económico", ante lo cual al PRI le corresponde ponerle fin a la "pesadilla de dolor, violencia, corrupción y pobreza, que el panismo le ha recetado a México a lo largo de estos años".

¿A cambio de qué? Piense en lo peor y acertará.

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