domingo, 10 de mayo de 2009

EDITORIAL: MADRES, EN SU DÍA

Hoy que celebramos el día de la Madre recuperamos una estampa inmediata del espíritu peculiar que caracteriza a esta mujer, durante los funestos eventos de la emergencia sanitaria en el Distrito Federal ocasionados por el virus de la influenza humana, la madre, como desde tiempos inmemoriales, se puso en la primera línea de lucha contra la enfermedad y a riesgo de su propia seguridad antepuso la integridad de sus hijos. Haciendo de su casa un fortín, la madre iba y venía con alimento, con medicinas, con esperanzas. Si la desgracia la tocó, la madre estaba afuera de los hospitales, día y noche, orando para que la virgen María, la madre por excelencia, intercediera ante Dios para que los hijos se aliviaran, para que a cambio de su recuperación, ofrendara su existencia.

Con un poco de mayor organización en los perfiles de los decesos confirmados por el virus de la influenza humana sabemos que la mayoría de las víctimas fueron mujeres, amas de casa y madres que llegaron a recibir atención médica en estados avanzados de enfermedad, que probablemente eran madres que se multiplicaban para satisfacer las necesidades de su familia y que así las sorprendió la Muerte, que en el último pensamiento no figuró el fin de su existencia, sino la suerte de quienes dejaba.

Por supuesto que hay excepciones a la regla y mujeres cuya maternidad es el principio del infierno para sus crías, pero no vamos a mencionarlas porque mancharíamos el concepto real de lo que es una madre mexicana que con todo y sus chantajes, azotes existenciales o singulares maneras de propagar el afecto, está detrás de los hijos, demostrando que Madre sólo hay una (a Dios gracias, apuntarían algunos), pero que se basta para llenarnos el alma de lecciones y recuerdos que en el ciclo de la vida son aprendizaje para la supervivencia de la especie.

FELICIDADES MADRES POR DERECHO PROPIO

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