La canción de esta semana es uno de los ejemplos representativos de la cursilería ochentera, sin embargo, sin el más mínimo asomo de vergüenza la elegimos porque es un recordatorio de un dodo de hueso colorado al que nuestro corazón sigue unido.
Let's do the dodo
El último de los dodos
PD: La cursilería siempre siempre se perdona porque es síntoma de amor y éste nunca debe ser condenable.
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