miércoles, 4 de abril de 2012

MALA LECHE: DEL DISCURSO DEL ADIÓS

POR.- EL DODO DE LA MALA LECHE

El 28 de marzo de 2012, a dos días de dar inicio el periodo de campañas electorales rumbo a los comicios presidenciales del 1 de julio, el presidente de México, Felipe Calderón Hinojosa presentó un discurso frente a sus colaboradores, en donde de manera unilateral y justificadora, intentó incidir en la negativa percepción ciudadana que carga su gobierno.

Como es sabido, a partir del comienzo de las campañas políticas, el gobierno federal y local deberán dejar de difundir sus programas, obras, logros o acciones, es decir, deberán dejar de hacer propaganda gubernamental, como lo señala la ley.

“Es por eso, que con el afán de contribuir a un debate ciudadano mejor informado, hoy quiero hacer un balance de lo que a mi juicio son los elementos y los cambios fundamentales que ha vivido nuestro gran país en los últimos cinco años.

En primer lugar. Si bien es cierto que no existe precedente, por lo menos reciente, de la brutalidad y violencia de los grupos criminales actuando en México, también, es cierto que nunca, nunca se había enfrentado el problema del crimen de una manera integral y con tanta firmeza y contundencia, como lo hemos hecho en estos cinco años.

Cuando asumí la Presidencia de la República en algunas regiones del país se había llegado a una verdadera situación de emergencia. Muchas autoridades locales estaban verdaderamente rebasadas por la violencia de los criminales y, en algunos casos, prácticamente se habían hecho del control de comunidades enteras y secuestraban, extorsionaban, asesinaban y cometían actos de barbarie inimaginable en contra de los ciudadanos.

Tal vez lo más riesgoso para nosotros hubiera sido ignorar esa situación, administrar el problema, como de hecho, muchos lo sugerían, pero esto, amigos, sólo hubiera agravado la situación.

Este dolor del país no permite a ninguna conciencia recta un solo titubeo, un solo momento de duda, de temor o de vacilación.

Ya muchas mexicanas y muchos mexicanos han padecido por la ambición desmedida de los delincuentes y, también, por la omisión negligente, miedosa y a veces cómplice de gobernantes.

Para un Gobierno humanista como el que encabezo, para un Gobierno humanista como el nuestro, la razón de la lucha no puede ser otra, más que proteger a las familias indefensas, no puede ser otra más que el evitar que siga habiendo víctimas de esta violencia absurda e inhumana de los criminales.

Nuestra estrategia por la seguridad pública se compone de tres ejes fundamentales:

Primero. Combatir a los delincuentes.

Segundo. Depurar y fortalecer las leyes y las instituciones de seguridad y justicia.

Y tercero. Reconstruir el tejido social.

Pero, el primero, combatir a los criminales, combatir a quien lastima al ciudadano, es una de las primeras y más elementales obligaciones, no sólo de este Gobierno, de cualquier Gobierno en México y en el mundo.

Y, por ello, hemos luchado con lo mejor que tenemos los mexicanos: nuestras Fuerzas Federales, nuestras Fuerzas Armadas. Y, por eso, yo quiero expresar mi profunda gratitud por el valor, la lealtad y la generosidad con la que nuestros soldados, nuestros marinos, nuestros Policías Federales y Ministeriales, combaten a la delincuencia.

Agradezco especialmente la valiente lealtad de los Secretarios de Estado y la Procuradora General de la República, que integran el Gabinete de Seguridad, los que están aquí presentes y, también, a los Secretarios de Marina y Defensa, a quienes una importante reunión en el ámbito internacional les impidió estar aquí, hoy.

Saludo y agradezco, estoy seguro que a nombre de todos los mexicanos, la lealtad, el valor y el patriotismo de las Fuerzas Armadas de México.

En esta área del combate a los criminales, la verdad es que hemos avanzado con contundencia. Por ejemplo, de la lista de los 37 delincuentes más buscados del país, que se publicó en 2009, hoy, 22 de ellos, la mayoría ya han sido capturados o han fallecido.

También, hemos detenido a casi 200 cabecillas regionales y lugartenientes. Estos delincuentes ya no están en las calles y no pueden seguir lastimando a las familias.

Y estamos, también, debilitando las estructuras de los criminales, decomisándoles droga, armas, vehículos, aviones, dinero en efectivo, todo ello en cantidades nunca antes vistas en México.

Por el bien de México, por la seguridad de nuestras familias, no podemos cejar en nuestro esfuerzo de poner un alto a la impunidad criminal.

No nos íbamos, ni nos vamos a detener para combatir a quienes secuestran, roban, extorsionan o asesinan en cualquier parte de México. Y, por eso, vamos a seguir luchando sin claudicar, porque eso es lo que necesita México y lo que exigen, con toda justicia, las familias mexicanas.

En segundo lugar. También, hemos puesto en marcha una transformación profunda de verdaderas dimensiones históricas en las instituciones de seguridad y justicia del país.

Al inicio de la Administración, encontramos cuerpos policiales que no estaban cumpliendo con su misión fundamental, la de proteger a los ciudadanos y eso, lo sabíamos, que no podía continuar así.

Las policías deben garantizar la tranquilidad de las familias y lo que encontramos es que había muchas policías garantizando la tranquilidad, pero de los criminales. Y, por eso, iniciamos una profunda reconstrucción de las instituciones de seguridad.

Y en el Gobierno Federal empezamos por la casa, reestructurando la Policía Federal, entonces la Preventiva, que en 2006 estaba conformada por apenas unos seis mil elementos, algunos de ellos sin la preparación, el equipo o la confiabilidad, que son indispensables para hacerle frente al crimen.

Hoy, los mexicanos ya cuentan con 37 mil Policías Federales, muchos de ellos jóvenes profesionistas, especializados en criminalística, en informática, en química, en muchas disciplinas. Y hoy estamos más cerca de que México tenga, por fin, una Policía a nivel Federal que pueda reasumir las labores que competen directamente a las autoridades civiles y que, hasta ahora, por la ineficacia o vulnerabilidad de éstas, han venido supliendo, y con gran patriotismo, las Fuerzas Armadas.

Hemos trabajado para ofrecer a los mexicanos una policía eficaz, moderna; un cuerpo profesional, un cuerpo especializado, en el cual, sobre todo los ciudadanos, puedan confiar.

Una Policía Federal a la altura de lo que los ciudadanos demandan, bajo rigurosos estándares internacionales. Y esto será un legado para México. Esto será sólo parte del legado que dejaremos a los mexicanos. Un legado compuesto por instituciones de seguridad y justicia más fuertes, más eficaces y más confiables.

También, hemos iniciado una depuración a fondo de la Procuraduría General de la República. Estamos invirtiendo para incrementar sus capacidades de investigación, y para que los mexicanos cuenten con ministerios públicos profesionales, tal y como lo exige la sociedad, y con toda justicia.

Pero la seguridad pública no es una tarea exclusiva del Gobierno Federal, ni menos una tarea exclusiva del Presidente de la República.

De hecho, del total de delitos que se comenten en México, más del 90 por ciento debe ser atendido por autoridades locales. De hecho, el robo constituye el 84 por ciento de todos los delitos que se cometen en el país.

Y por eso, estamos impulsando, estamos exigiendo y estamos apoyando a las entidades federativas para que depuren y profesionalicen sus propias instituciones de seguridad y justicia.

El día en que en México haya 32 cuerpos de policía confiable y eficaz, 32 ministerios públicos confiables y eficaces, uno por cada estado del país, les aseguro que ese día habremos ganado la batalla por la seguridad pública de todos los mexicanos.

Tercero. Nunca se había impulsado una estrategia tan completa para fortalecer el tejido social, dañado por la delincuencia.

Una paz con justicia duradera requiere de una sociedad más cohesionada, que cierre los espacios a la criminalidad.

Fortalecer el tejido social significa, por una parte, recuperar valores, formar valores en nuestros jóvenes, en nuestros niños; pero, por la otra, también, requiere abrirles oportunidades a esos jóvenes, oportunidades de educación, de esparcimiento, de atención, de salud.

Y por eso, amigas y amigos, el enorme esfuerzo que hemos hecho en educación y en becas; en construcción y equipamiento de escuelas; en construcción y modernización de hospitales; en la recuperación de más de, ya, cinco mil espacios públicos en todo el país.

Y a este trabajo se añade, por ejemplo, la marcha de programas, como el de Escuela Segura, que con la colaboración de padres de familia y de maestros, busca evitar la violencia, las drogas, las armas, el bullying, las pandillas, en los centros educativos, y tener verdaderamente escuelas seguras y centros de formación.

Uno de nuestros principales objetivos, también, en política preventiva, es evitar que las drogas estén en las calles, y evitar que nuestros hijos caigan en el flagelo de las adicciones.

Y, por ello, lo que hemos hecho en estos años ha sido poner en práctica una política de prevención y tratamiento de adicciones sin precedentes. Una política adecuada que permita, precisamente, evitar que caigan en las garras de las drogas y las adicciones.

Según la Encuesta de las Adicciones que se ha levantado, primero en el año 2004, luego en el año 2008, y luego en el 2011, hay verdaderamente cambios sustanciales que deben considerarse.

Según la Encuesta de Adicciones, el consumo de cocaína, por ejemplo, se duplicó entre el año 2004 y 2008 entre los jóvenes, más de un millón de nuevos consumidores.

Sin embargo, hoy los datos de la Encuesta 2011, muestran que ya estamos frenando esta tendencia, y que prácticamente no ha habido variación porcentual ni incremento en el consumo de drogas, particularmente, de cocaína, en estos rangos de edad.

Esto se debe, amigas y amigos, a que hemos invertido como nunca en el combate y prevención de las adicciones. En estos cinco años hemos destinado un presupuesto histórico, dos veces y media más que el sexenio anterior para prevenir y tratar adicciones, la creación de casi 330 Centros Nueva Vida en todo el país, la capacitación de cientos de miles de jóvenes, de padres de familia, de maestros, a través del Programa Nueva Vida.

Y estamos, también, realizando investigación científica de vanguardia. Por ejemplo, científicos orgullosamente mexicanos ya desarrollan vacunas de avanzada contra la heroína, por ejemplo, que incluso ya han patentado y desarrollan vacunas de avanzada contra la cocaína, que se desarrolla en Centros mexicanos de investigación.

Sabemos, amigos, que los grandes árboles caen de muchos hachazos, el árbol de la corrupción, el árbol de la impunidad, árbol en el cual se anidó la violencia que hoy vivimos, ese árbol tiene raíces muy largas y muy añosas; raíces que crecieron durante décadas, lo sabemos todos, raíces que estamos arrancando con el trabajo de todos los mexicanos.

Y hoy nuestro esfuerzo comienza paulatinamente a dar a resultados, incluso, en algunas regiones del país, donde hemos puesto en marcha operativos federales, la violencia criminal ha comenzado a ceder, lo mismo en Ciudad Juárez, que en Tijuana, o en Veracruz, o en La Laguna, por citar unos ejemplos.

Por supuesto, nadie puede descartar que el día de hoy o en cualquier momento pueda haber sobresaltos en dicha tendencia, eventos extraordinarios y lamentables, pero el hecho es que nuestra estrategia está en marcha y nuestra estrategia avanza, por el bien de los mexicanos.

Hay quien piensa que esto no hubiera pasado si el Gobierno no hubiera intervenido, si el Gobierno no se hubiera metido con los criminales.

Al contrario. Esto nos pasó porque el Gobierno no se metía con los criminales, y crecieron a placer en todo el país.

Se equivocan. La intervención de Gobierno no generó la violencia. Es la violencia la que obligó, en cada uno de estos rincones del país, a que interviniera el Gobierno. Es la situación de desesperación de familias enteras, cansadas y angustiadas por el constante secuestro, la extorsión, la desaparición de sus hijos, de sus padres, lo que ha obligado a esta intervención.

Y si el Gobierno Federal no hubiera intervenido, si no hubiéramos empezado, apenas a tiempo, esta estrategia integral, quizá, amigas y amigos, una parte del territorio nacional estaría hoy dominada por capos, de un signo o de otro; no habría libertad para la gente, ni habría paz, ni habría tranquilidad.

Más grave aún. Quien quiera que me suceda en el Gobierno, se habría encontrado con instituciones completamente infiltradas por los delincuentes, con una sociedad arrodillada frente a los criminales.

La próxima Presidenta o el próximo Presidente de la República se hubiera encontrado que aunque quisiera enfrentar a los criminales, quizá ya el próximo sexenio hubiera sido demasiado tarde para México.

No habría contado, tampoco, con nuevas instituciones, que hemos construido, ni con el marco legal más sólido, con el que ahora contamos.

La lucha que los mexicanos estamos realizando por la seguridad, es una lucha larga, sí, pero es, estoy seguro, amigas y amigos, una semilla, una semilla que hemos sembrado. La semilla de un México más seguro y más justo, que es la base del Estado de Derecho al que aspiramos. Es el camino hacia el México con paz y con justicia que todos merecemos”.

Estas fueron las palabras del presidente, la experiencia del pueblo es otra. Que lo consigne la Historia.

No hay comentarios: