miércoles, 11 de abril de 2012

APUNTES: ¿CUÁNTO CUESTA NUESTRA CRUZ?

POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL

Destapando información ventilada por un diario capitalino, la bancada del Partido Revolucionario Institucional aseguró en el estudio realizado “Diez años de panismo. Resultados” que la lucha contra el crimen organizado emprendida por el presidente Felipe Calderón ha costado al país 467 mil millones de pesos, sin embargo, los resultados han sido “poco exitosos”.

La cifra en sí apabullante, aun desinfectada de la mala leche que pueda tener de nacimiento, no dista de una realidad oculta e impensable en las estrategias electorales del momento. Se ha gastado mucho y el país permanece sumergido en la violencia y la inseguridad.

El documento refiere que en el periodo 2007-2011 “los aumentos han sido considerables en las dependencias encargadas de la seguridad y procuración de justicia, que han recibido incrementos de hasta 75 por ciento”.

Pese a ello, “la inseguridad pública es una constante y se ha convertido en un factor poderoso que inhibe las inversiones, desde las grandes empresas internacionales hasta los pequeños comercios”.

“Es claro que a pesar del incremento significativo que tuvo el gasto en seguridad en los últimos cuatro años, que incluso equivale anualmente a la mitad del gasto dedicado a salud, los esfuerzos han sido poco exitosos, obligando a las empresas mexicanas a destinar anualmente más de 8 millones de dólares para la contratación de diversos servicios de seguridad privada, lo que implica un elevado costo de oportunidad”, indicó el estudio.

El documento legislativo detalla que la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) incrementó su presupuesto en 55.4 por ciento, la Secretaría de Marina en 66.8 por ciento y la Procuraduría General de la República (PGR), 30.1 por ciento en los seis años recientes.

El informe, que retoma cifras de la Auditoría Superior de Federación, señala que en el periodo 2006-2009 “los delitos que más le duelen a la sociedad no disminuyeron, siendo el secuestro el que mayor incremento tuvo al aumentar en 83.3 por ciento; seguido de los homicidios dolosos, que aumentaron 33.9 por ciento, y el robo con violencia, que se incrementó 31.6 por ciento, por lo que las acciones de la Secretaría de Seguridad Pública no han sido suficientes para alcanzar el punto de inflexión en que se comience a revertir la incidencia de los delitos”.

También destaca que de acuerdo con la Séptima Encuesta Nacional sobre Inseguridad 2010, elaborada por el Instituto Nacional de Geografía y Estadística, 62 por ciento de la población percibe que su entidad, municipio o ciudad es inseguro y que los delitos aumentaron.

“El 40 por ciento de los ciudadanos ha dejado de salir de noche y una tercera parte afirma que no permite a sus hijos salir a la calle y considera no llevar dinero en efectivo o bien portar joyas o artículos suntuosos”, refiere el documento priista.

Subraya que “en diversas partes de México, el Estado no puede garantizar la integridad física de las personas. La violencia criminal ha costado 40 mil vidas humanas y un gasto público de decenas de miles de millones de pesos, sin que se logren resultados satisfactorios ni se vislumbre una resolución del problema”.

Por su parte, el presidente de la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública, Alfonso Navarrete Prida, sostuvo que el gobierno federal no ha sabido cómo ocupar los recursos asignados por el Congreso.

“Este sexenio se le han dado al Presidente de la República la mayor cantidad de recursos económicos en materia de seguridad... la Secretaría de Seguridad Pública tuvo 350 por ciento de aumento de su presupuesto, a la Defensa Nacional más de 100 por ciento.

Las áreas de seguridad han sido privilegiadas y el resultado es mínimo los índices delictivos siguen federales a la alza, la violencia no ha bajado y los resultados son magros”

La intención del documento es dudosa, sin embargo, el razonamiento central está avalado en las circunstancias diarias de este último sexenio. No hemos tenido un solo día sin que la nota roja nos informe de muertos, desaparecidos, levantados y un largo etcétera de posibilidades siniestras que golpean lo más hondo de la integridad de la ciudadanía.

La convocatoria gubernamental al sacrificio no es pareja. La gente, ahora sí en la democracia del terror, está siendo crucificada dentro de una guerra sin mayores resultados, que no sea el recrudecimiento del martirio.

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