lunes, 9 de abril de 2012

EDITORIAL: POR SI ALBERGABAN DUDAS

POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL

Cae en la obviedad que los herederos directos de Pablo, que no Jesús, muestran el cobre en la primera oportunidad.

El jueves 5 de abril de 2012, Benedicto XVI reiteró la prohibición de la Iglesia católica de que las mujeres puedan ser ordenadas sacerdotes y advirtió que no tolerará la desobediencia organizada de los clérigos en las doctrinas fundamentales, pues la situación actual de la institución se encuentra en una situación “dramática”.

En el sermón de la misa del Jueves Santo, día en que la Iglesia celebra la creación del sacerdocio por Cristo, el Papa contestó a un grupo austriaco de 300 párrocos que propuso en 2006 la ordenación de mujeres sacerdotes y cambiar la postura institucional del celibato.

El pontífice, de casi 85 años, señaló que esos curas pretenden desobedecer dicha cuestión “sobre la que el Papa Juan Pablo II ha declarado de manera irrevocable que la Iglesia no ha recibido del Señor ninguna autoridad sobre esto”, al citar un documento publicado en 1994 donde se afirma que la prohibición de ordenar mujeres era parte de la “constitución divina” de la Iglesia.

Agregó que “queremos creer” que invocan la desobediencia con la creencia de que así se renueva la Iglesia, “convencidos de que se debe afrontar la lentitud de las instituciones con medios drásticos para abrir caminos nuevos, para volver a poner a la Iglesia a la altura de los tiempos”.

“¿Pero la desobediencia es un camino para renovar la Iglesia?, se preguntó el Papa, y agregó que tal vez no es otra cosa “que solo el afán desesperado de hacer algo, de transformar la Iglesia según nuestros deseos y nuestras ideas”.

El 15 de julio de 2010, la Iglesia reformó sus códigos internos para endurecer las penas de los delitos más graves que pueden cometer sus integrantes, donde la pederastia figura al mismo nivel que la ordenación sacerdotal de mujeres. Sólo que, agregamos, la ordenación de mujeres es perseguida con mayor fuerza que los delitos sexuales de los curas.

Descansando en un argumento absurdo la Iglesia predica que no tiene autoridad para permitir que las mujeres sean ordenadas sacerdotes porque Jesucristo, voluntariamente, eligió solo hombres entre sus apóstoles cuando creó el sacerdocio en la Última Cena.

A la mala, El Vaticano olvida el papel definitivo que tuvieron las mujeres en la difusión y establecimiento del cristianismo primitivo y su consolidación como credo de estado en la decadente Roma.

Ante más de 10 mil personas —entre ellas mil 600 cardenales, obispos y sacerdotes—, Benedicto XVI recordó el momento de la ordenación sacerdotal y les preguntó si de verdad “son hombres que obran partiendo de Dios y en comunión con Jesucristo” y si sus vidas corresponden con esa consagración.

El Papa dijo que el sacerdocio exige renunciar a “aquello que es solamente nuestro” y ponerse a disposición de los otros.

Benedicto XVI señaló que Cristo ha corregido “las tradiciones humanas que amenazaban con sofocar la palabra y la voluntad de Dios” y lo ha hecho “para despertar nuevamente la obediencia a la verdadera voluntad de Dios, a su palabra siempre válida”.

Palabra que en la práctica sirve precisamente para facilitar acciones contrarias a los valores espirituales a defender.

El Papa aseguró que con la obediencia “no se defiende el inmovilismo ni el agarrotamiento de la tradición y que ello se puede ver en la historia de la época del Concilio Vaticano”.

El Papa declaró que dicho periodo ha sido de “dinamismo” y vivacidad de la Iglesia.

“No anunciamos teorías y opiniones privadas, sino la fe de la Iglesia, de la que somos servidores”, puntualizó el obispo de Roma.

También exhortó a los sacerdotes a la enseñanza, señalando que existe “un analfabetismo religioso que se difunde en medio de nuestra sociedad tan inteligente”.

“Los elementos fundamentales de la fe, que antes sabía cualquier niño, son cada vez menos conocidos”, denunció el Papa, que exhortó a leer La Biblia.

¿No será, preguntamos, que precisamente por los pecados mortales cometidos por la Iglesia, los feligreses están comprendiendo el llamado de Cristo a profesar en el corazón lo que la institución pútrida ha desvirtuado?

¿No será que la aceptación de la figura religiosa del Cristo obliga a deslindarse de los intermediarios aprovechados?.

¿No será que simplemente ya no se cree la “excepcionalidad” casi divina de los ministros de culto?.

Benedicto XVI es intransigente y en la terquedad está destrozando a pasos agigantados la viabilidad de una Iglesia real vinculada a la gente y no a los intereses mezquinos de un poder que nada tiene que ver con el del alma.

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