miércoles, 5 de octubre de 2011

EDITORIAL: ¿CASTIGO A LA MEXICANA?

POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL

Directamente: fue una chingadera. No hay más. Sanciones aparte, lo ocurrido en una escuela de instrucción básica del estado de Michoacán es un triste ejemplo de las arbitrariedades que ocurren a lo largo y ancho del territorio, donde el retorcido dogma troglodita de la letra con sangre entra, impera.

La historia fue esta:

Padres de alumnos de sexto grado de la primaria Club de Leones del municipio La Piedad, Michoacán, interpusieron una queja ante la Comisión Estatal de los Derechos Humanos, luego de que fueron desnudados, como medida de presión, al perderse 180 pesos.

El ombudsman michoacano, Víctor Manuel Serrato Lozano, reprobó estos actos que consideró violatorios de la integridad física de los alumnos y señaló que se actuará conforme a derecho para que se castigue a los culpables de estos atropellos.

Detalló que en la denuncia se dijo que “por instrucciones de la directora del plantel, María Dolores Reyes Estrada, despojaron de sus ropas a los alumnos” de sexto grado porque se perdieron 180 pesos dentro del salón y los maestros les comentaron que tenían aparecer.

Personal de la Visitaduría Regional de Zamora, a cargo de Alejandro Negrete Espinoza, se constituyó en el lugar para corroborar los hechos y levantar las actuaciones correspondientes.

En el lugar, madres manifestaron su molestia porque sus hijos les dijeron que la maestra de grupo, a quien identificaron como Mary Domínguez, los intimidó diciéndoles que si el dinero no aparecía llamarían “a la Policía Judicial, a una bruja y a perros rastreadores”.

Según las versiones de los menores, empezaron a sacar a las niñas de cinco en cinco y las llevaron a la dirección, en donde la directora las empezó a revisar, les alzó la falda y les metió la mano en los senos.

A los niños los trasladaron al salón de computación en donde el maestro de esa materia los obligó a quitarse el pantalón, suéter y camisa; incluso a varios los dejaron en puros calzoncillos, y fueron objeto de burla de parte de los profesores que presenciaron la escena, según la denuncia.

La queja se captó por los conceptos de intimidación, violación a la dignidad humana y a los derechos del menor.

Aguardemos que la justicia ocurra. En tanto, es menester que la sociedad en su conjunto modifique ideas y costumbres. La enseñanza no es una condición de fuerza, dominio y autoridad. Requiere de una comprensión cabal de la trascendencia que tienen los docentes y los administrativos en la formación de la niñez y la juventud.

Como en toda relación humana, las discrepancias y el castigo están presentes dentro de las aulas, pero esto no faculta a excederse en una llamada de atención.

En nuestro caso, el robo de 180 pesos ameritaba un reclamo, una inspección y un deslinde de culpabilidades, desgraciadamente la tergiversación adulta de la “pena ejemplar”, lejos de resolver el asunto lo complicó y los niños experimentaron una violenta lección de arbitrariedad real que les dice mucho sobre la mentalidad imperante en ciertas instancias de poder.

Sinceramente, nuestro futuro no merece ese maltrato.

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