lunes, 4 de abril de 2011

ASUNTOS EXTRANJEROS: TRES MEXICANOS EN MALASIA

POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL

Otra historia insólita del México bronco.

Tres hermanos mexicanos arrestados bajo sospecha de producir metanfetaminas en una fábrica de Malasia podrían ser condenados a la pena de muerte si fuesen condenados por narcotráfico.

Los tres sospechosos fueron arrestados junto con un malasio y un singapurense en marzo de 2008 en una fábrica en Johor, estado del sur de Malasia, donde la policía encontró más de 29 kilogramos (63 libras) de metanfetaminas con un valor de 15 millones de dólares (44 millones de ringgits) .

Los cinco acusados de tráfico de drogas, que conlleva un castigo obligatorio de pena de muerte en la horca. La Corte Suprema tiene prevista una audiencia para escuchar a los abogados de los acusados el 27 de abril, dijo el fiscal Umar Saifuddin Jaafar.

Los hermanos son: José Regino Gonzalez Villarreal, de 33 años, Simon Gonzalez Villarreal, 36, y Luis Alfonso Gonzalez Villarreal, de 43. Los otros dos acusados son Lim Hung Wang, de Singapur, y Lee Boon Siah, de Malasia.

Un hermano de los mexicanos detenidos, José Gonzalez Villarreal, ha solicitado desde México al gobierno de su país que les ayude en el caso, alegando que la familia sólo ha hablado con los tres acusados dos veces desde su arresto y que tienen muy poco conocimiento de los sucesos en el caso. "Mis padres están desesperados por la situación" , indicó, desde Culiacán, Sinaloa. "En realidad no hemos podido hacer muy nada por falta de recursos. Somos pobres", agregó.

Los tres hermanos no tienen antecedentes penales en México, afirmó Martin Gatelum, vocero de la Procuraduría General de Sinaloa.

Las autoridades mexicanas de extranjería no respondieron de inmediato para hacer declaraciones.

El fiscal Umar Saifuddin, dijo que la policía que estuvo en la fábrica creía que producía metanfetaminas debido a que además de esa droga había productos químicos y equipos para producir droga. Se cree que la fábrica llevaba operando seis meses.

El tribunal supremo falló el mes pasado que no era razonable concluir que era pura coincidencia que los hermanos mexicanos, que estaban en Malasia con visas de turistas, estuvieran en la fábrica durante la redada.

El planteamiento de la situación es peculiar, por no escribir dudoso. Al igual que el fiscal Saifuddin, cualquiera se pregunta qué diablos hacían tres mexicanos en una fábrica clandestina de drogas, si teóricamente poseían permisos de turista.

El recurso de la pobreza esgrimido por el familiar es endeble, pues entonces ¿cómo le hicieron los viajeros para trasladarse a Malasia y cubrir los gastos de los trámites burocráticos.

El caso, sujeto a condena, aun no levanta una tolvanera, ya que todavía ningún organismo o grillo ha calculado ganancias mediáticas. No obstante, esperemos, que la prudencia domine y no se caiga en desencuentros diplomáticos por causas que sólo deben apegarse a derecho.


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