viernes, 22 de enero de 2010

MALA LECHE: A VOLAR, JOVEN

Desde que se proyectó la construcción del segundo piso de Periférico, la gente medianamente pensante supuso que algún día podría ocurrir un accidente como el registrado la tarde del miércoles 20 de enero de 2010, en el que un camión de recolección de basura de la Delegación Magdalena Contreras cayó quince metros, cerca de la avenida de Las Flores, en el sur de la Ciudad de México, sobre dos automóviles particulares.

Brígido Ruiz murió durante el traslado al hospital y, por ende, nunca se sabrá qué fue exactamente lo que sucedió para propiciar el accidente.

Los tres heridos permanecen en el hospital con un diagnóstico reservado y el Escuadrón de Rescate y Urgencias Médicas trató a cinco personas con crisis de angustia.

Como es obvio en este tipo de asuntos trágicos, las autoridades pusieron caras de consternación y declararon investigar a fondo las causas de este funesto evento.

Sin embargo, si nos apegamos al reglamento de tránsito vigente, ningún camión pesado puede usar el segundo piso de Periférico o, quizás, eso no aplique con las unidades gubernamentales, del mismo modo que motocicletas que, como por todos he sabido, transitan esa arteria como Pedro por su casa.

Tampoco se necesita ser un genio en ingeniería o arquitectura para percatarse que el segundo piso tiene mayores riesgos que los que se reconocen, desde las grietas en el asfalto hasta las peculiares cualidades de calidad usadas en su levantamiento.

El accidente vial del martes pasado no es una advertencia, es una realidad que otra vez, los funcionarios descuidan el trabajo y dejan que los ciudadanos hagan cuanto se le hincha en espacios que en el papel están a salvo de cualquier siniestro. La verdad no es así.

Diferentes vías de movilidad terrestre están reguladas y, al grito de soy mexicano, los conductores se lanzan a quebrantar las disposiciones, pitorrearse de los policías de tránsito a pie y acumular las infracciones que deberán pagar, uno de estos días, para terminar llorando cuando pierden la licencia o se ven implicados en carambolas mortales.

Sin ser vidente, en unas semanas se dará carpetazo al asunto y la amenaza será latente. No sólo debemos de cuidarnos en tierra, sino del cielo y eso pone nervioso a cualquiera.

Una opción para engrosar la seguridad de conductores y peatones sería regresar a una disposición de antaño en la que sólo podían entrar y moverse al Distrito Federal camiones pesados, después de la diez de la noche y hasta las cinco de la mañana. De esta manera, en avenidas importantes se reduciría la aglomeración de tránsito y disminuirían los incidentes diurnos que generan las perdidas millonarias de horas-hombre por la imprudencia del habitual chofer que va derecho y no se quita.

Reconocemos que una determinación de este tipo afectaría costos de producción, distribución y realización de mercancías, pero si dejamos caer en saco roto lo sucedido con este camión de limpia, las probabilidades que una desgracia mayor acontezca es alta.

No es sólo con decretos como se preserva a los ciudadanos, hay que sacar el músculo y aplicar la ley.

No la chiflen, que es cantada.

No hay comentarios: