domingo, 17 de enero de 2010

EL COCOTAZO: CONTRA TWITTEROS

Othón Sánchez Cruz, director de Planeación de Programas Preventivos Institucionales de la SSPDF, expresó que como consecuencia del uso de Twitter como medio de alerta de los ciudadanos para advertir donde se ubican los puestos del alcoholímetro para ayudar a otros a evadir las revisiones, se trabaja en mecanismos y recursos legales de castigo contra esta peculiar solidaridad ciudadana.

Es indiscutible el objetivo de beneficio general que tiene el Programa Conduce Sin Alcohol, sin embargo, por las características tecnológicas de los aparatos y la peculiar parcialidad de los policías al detectar infractores, ha hecho que justos paguen por pecadores y que se instrumenten tácticas que eludan a la justicia, precisamente porque en ciertos casos las sanciones son desproporcionadas.

Las redes sociales efectivamente tiene que usarse en la creación de una conciencia civil de derechos y obligaciones, no obstante, las autoridades deberían de mejorar sus procesos y darle a los conductores de la capital un ejercicio profesional de la prevención y no el típico cerrón artero de horas en la cárcel y abultadas multas.

La prioridad de cuidar la integridad de los habitantes es impostergable, pero eso no autoriza que la arbitrariedad y la censura a una reacción lógica del usuario de Twitter que entre líneas manifiesta la mala percepción de la medida.

La intromisión de la autoridad en las redes sociales sólo moverá a una respuesta adversa y superior de parte de los miembros de las comunidades que leerán una invasión a su libertad de expresión y hallarán la forma de darle la vuelta.

Por otro lado, está el monto importante de dinero que el Gobierno de la Ciudad de México obtiene por multas de supuestos conductores en estado de ebriedad; omitiendo que cada ser humano metaboliza el alcohol de maneras diferentes y que encontrar un promedio fidedigno no es tan fácil.

El margen de copas que usa el alcoholímetro tiene que revisarse y complementarse con otras formas de evaluación del estado de conciencia en que se hallen los sujetos.

Recurrir a la reprimenda y la censura, en una época de posibilidades infinitas de comunicación, es pelear con el viento adverso y un costo político alto.

Si efectivamente, el partido en el poder de la Capital construye la democracia, tendrá que asumir el costo de la libertad, aun en casos tan peculiares.

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