Los gastos millonarios del gobierno del Distrito Federal para celebrar con todo y Vicente Fernández el día del amor y la amistad.
La ventilación de los amores del Secretario de Gobernación, Luis Téllez, y la misteriosa Diana Pando que sólo quería el afecto del funcionario.
La profundidad de los temas tratados en la asamblea nacional del Partido Acción Nacional donde la gran estrella fue Vicente Fox y su silencio forzado a las críticas mal intencionadas de Fidel Castro que aun en la decrepitud acalambra a más de cuatro.
La grilla desatada que se vive en los partidos políticos por las nominaciones al congreso por las que no vota nadie.
La intención del IFE a revivir el cuadro carpero de las disputas con las televisoras por la transmisión de mensajes propagandísticos.
La celebración entre la gente bonita de los cincuenta años de Barbie Doll.
Los ruegos desesperados de la Federación Mexicana de Fútbol para que la comisión disciplinaria internacional no castigue de más a Rafael Márquez, faro de la Selección y experto en hacerse expulsar en juegos importantes.
Los desayunos, comidas y cenas de la clase política para autoconvencerse de que no existe la crisis económica; las penas ajenas con pan son buenas.
La exaltación apocalíptica habitual de Andrés Manuel López Obrador sobre el fin del mundo, perdón, de México nada más.
La difusión de la enésima tesis que sostiene que Carlos Salinas de Gortari se robó unos millones de dólares (los pesos no cuentan) de la partida secreta de su gobierno. Si era secreta está claro que no deberíamos saberlo, digo.
El descrédito oficial a los apuntes inteligentes de Carlos Slim en cuanto a que la mentada crisis sí existe.
El giro mediático a respetar al señor Slim y ponerlo en las páginas sentimentales y especular sobre sus relaciones sentimentales con una auténtica reina.
El flujo constante de recursos a banditas causas que sirven a nadie, salvo a los que viven del cuento: arte, cultura y entretenimiento.
Los programas emergentes de empleo que convierten en automático al ciudadano en diestro “peón o maistro de obras”
¿Cuál crisis? Cuando miles de mexicanos acudieron al zócalo capitalino para imponer un récord mundial en picorete multitudinario.
Ante tales evidencias, no hay crisis y menos ahora que Jack Bauer está de regreso.
Y qué tiene que ver Jack Bauer en esto. No lo sé pero se lee chido.
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