No nos hagamos. Los únicos responsables del crecimiento y la impunidad del narcotráfico en México son precisamente quienes ahoran luchan en su contra: las autoridades y los políticos.
En este asunto tenebroso de las drogas, diferentes administraciones federales dieron facilidades y manga ancha a contubernios entre delincuentes y pillos de cuello blanco.
La guerra de declaraciones entre los miuembros de la clase política tratando de culpar a otros de los descuidos propios es una manera bastante estúpida de resolver el problema.
PRI, PAN, PRD y las siglas que más le gusten estuvieron o están metidos hasta las manitas en los enjuagues del narco y, por ende, deberían de tener un poco más de vergüenza para no empañar con tanto argüende las de por sí deterioradas elecciones intermedias de 2009.
Tampoco es edificante escuchar al Presiodente de la República decretar punto final al crimen organizado en una ceremonia en la que hasta la bandera monumental del Zócalo no ondeó a plenitud.
Mientras otro siniestro personaje, el expresidente Vicente Fox anunciaba sus cursos de marketing político para que los candidotes panistas sirvieran para algo, y no para dar tristeza.
Honestamente, la lucha para eliminar al crimer organizado o de menos reducirlo no está resultando fácil y se está convirtiendo en el elefante blanco de un sexenio que se empieza a caer en el momento que en teoría más necesita de fuerza y unidad.
Los delincuentes están en lo suyo y parece que con todo les está funcionando. Los funcionarios corren, la gente se asusta y el flujo de drogas mantiene abastecido el mercado estadounidense y local.
Que hay muertos, sí, pero salen baratos en la lógica del negocio. Veamos hasta dónde los protagonistas de este conflicto aguantan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario