Por: Raúl Gómez Miguel
Y dale con la simplicidad histórica: los Beatles se deshicieron a causa de Yoko Ono.
A cuarenta años de distancia de los hechos, no se entiende por qué los admiradores, detractores y críticos del grupo más famoso e importante del pop mundial del siglo XX decidieron que la única responsable que John, George, Paul y Ringo se hayan mandado mutuamente al carajo es la segunda esposa japonesa de Lennon.
Y cual evangelio aceptado, cuartillas van y vienen subrayando en rojo la culpabilidad de Yoko en un asunto que no tenía remedio. Los Beatles se separaron porque simplemente no iban a ninguna parte. La revolución musical que comandaron en la década de los sesentas los había rebasado con creces y a pesar que Abbey Road y Let It Be son obras discográficas memorables, la competencia de otros grupos ingleses de esa coyuntura los hace ver como una agrupación genial pero poco avant garde.
El mainstream del rock inglés apuntaba en varias direcciones experimentales que no cabían en la propuesta paradójicamente conservadora del cuarteto de Liverpool. Las canciones eran pegajosas y unas se levantaban como obras maestras pero la fuerza de los larga duración “Revolver” o el “Sargento Pimienta” estaba a una altura creativa inalcanzable.
La muerte de Brian Epstein y la codicia de McCartney hicieron que la organización Beatle empezara a hundirse estrepitosamente. Sin un centro de unión y atosigados por la lucha financiera, el cuarteto entró en una espiral decadente que se vino al traste cuando John Lennon se enamora de la artista conceptual Yoko Ono y ponen al mundo de cabeza con el escándalo y las extravagancias de una pareja dispuesta a hacer posible su felicidad.
Lo maravilloso de los Beatles radica en su capacidad de ser una entidad superior a sus partes. Los Beatles sólo existían cuando John, George, Paul y Ringo se intregraban para darle vida, en lo individual, como lo demostraron años de proyectos solistas, la excepcionalidad nunca cuajó y devinieron en notables “ex” que el público suplicaba por verlos juntos otra vez.
Honestamente, Yoko Ono fue un factor más en la caída del cuarteto mas no así la bomba nuclear que vendieron las revistas del corazón y de pubertos hormonales. Los Beatles en 1969 emitían el canto del cisne y no había otro. Los Rolling Stones, The Who, King Crimson, Pink Floyd y un largo etcétera de bandas y proyectos rebasaban la oferta entrañable de los Beatles, que de haber seguido juntos, a pesar de las esposas, los agentes y los tranzas, se hubieran apagado lentamente.
Como cualquier hijo de vecino, los Beatles crecieron, se volvieron hombres y emprendieron su búsqueda personal sin deberle a nadie, incluyendo a los fanáticos. Tuvieron el derecho y el coraje para librarse de la atadura de oro que simbolizaba el cuarteto y se fueron tras sus sueños tan respetables y nobles.
Ringo siguió en el papel del baterista borrachote y adorable, que se junta con estrellas de su calibre para dar giras de verano tocando los viejos éxitos y poniéndose unas trancas de órdago.
George, infidelidades conyugales aparte, mantuvo una competencia sana con su hermanito casi carnal Eric Clapton, siendo reconocido por su requinto virtuoso y una sensibilidad equitativa a las de la pareja creadora de Lennon y McCartney.
John Lennon en una productividad de altibajos se hizo de un cancionero venerado por millones y su cobarde asesinato lo transformó en un mito.
“Macas”, entre pena y pena, sostiene unas cuantas canciones perdurables y ha decidido que la muerte lo alcance un día en el escenario o en el estudio de grabación haciendo lo que la real gane le dé, tratando de recuperar los millones de dólares que le arrebató la segunda esposa en la mayor estupidez hecha en su vida. Y no podía faltar el negro en el arroz: Michael Jackson se hizo de los derechos de autor de las canciones del cuarteto pintándole blancos a los compositores y ahora sí, a Yoko Ono que pretendía la mochada correspondiente.
Libres como los pájaros y muertos Lennon y Harrison, los ex Beatles supervivientes tratan de cultivar la leyenda y aclamados en vida esperan que la Historia los trate bien, ya habiendo perdonado a Yoko, hasta parecen una familia feliz que envejecen tras haber asegurado económicamente a varias generaciones de descendientes.
Por ello, preguntamos ¿la culpa de todo verdaderamente la tuvo Yoko Ono? o ¿simplemente el sueño terminó sin que los involucrados se dieran cuenta y no había nadie cerca para colgarle los pecados ajenos?
viernes, 27 de marzo de 2009
MARASSA: ¿LA CULPA DE TODO LA TIENE YOKO ONO?
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