POR: Raúl Gómez Miguel
El embrollo del escándalo político judicial del antro “New’s Divine”, de la ciudad de México, mueve a las siguientes observaciones inteligentes:
1.- Sea cual sea el veredicto final de la tragedia no se debe olvidar que en lugar estaban menores de edad que voluntariamente y en complicidad con los trabajadores del establecimiento violaban la disposición oficial de reunión y consumo de bebidas alcohólicas; la cerveza no es excepción.
2.- Que no se necesita cinco dedos de nariz para saber que la actuación de la policía fue excesiva y estuvo condicionada al viejo vicio de la prepotencia, sin embargo, es pertinente subrayar que desde su preparación, el operativo estuvo pensado para llamar la atención y mostrar la “ejemplar” eficiencia de los mandos capitalinos.
3.- El deslinde de responsabilidades, renuncias a modo, será limitado y estará plagado de “fuego amigo” para quitarse la presión de los medios, que no la pública. Los funcionarios cesados pronto reaparecerán, en el antiguo estilo priísta, en otros puestos y en otras historias siniestras.
4.- Mientras las instancias de protección a los Derechos Humanos en México tengan un carácter de recomendación y no coercitivo, las peticiones que se la hagan al poder serán cartas de buenos deseos y lograrán muy poco para el cumplimiento puntual de la normatividad.
5.- Para las fuerzas políticas de la capital, el saldo rojo del “New’s Divine” es un pretexto ideal y a modo en las estrategias de descalificación pública con miras a los procesos electorales y no una cruzada de justicia como presumen.
6.- La crucifixión que los medios masivos de desinformación orquestaron alrededor de la noticia, rating aparte, es una oportunidad de ajustar cuentas pendientes con una administración local incómoda, que complica sus tratos de preferencia con el gobierno federal.
7.- En este tipo de eventos funestos, TODOS SOMOS RESPONSABLES. Los empresarios por avorazados y codiciosos al lucrar con la integridad de los clientes. Los trabajadores por hacerse de la vista gorda a cambio de míseras corruptelas. La policía por carecer de una metodología adecuada en el manejo de masas. Los medios por apostarle a la desinformación y el sensacionalismo. Los padres y las madres de familia por no preocuparse por saber exactamente qué hacen sus hijos fuera de casa. Los pubertos y prepubertos que se asumen indestructibles y poderosos en el exceso y el desorden. Los defensores de los derechos humanos por esgrimir letras muertas y decisiones espectaculares que están condenadas al olvido. La opinión pública, que ni se construye opinión y tampoco es pública, más bien inducida. La sociedad mexicana que es permisiva en su doble moral y que se horroriza por los terrores que ella misma engendra. Los notables que se lanzan a los foros a decir la primera sandez que se les ocurre al desconocer la problemática a discutir. Las víctimas que olvidan en primera instancia las violaciones conscientes que hicieron de los reglamentos en vigor.
8.- El aparente sacrificio de funcionarios concluye un escándalo que pudo evitarse. Sin embargo, para nuestra mala fortuna y en concordancia a la experiencia histórica, no será el único. La ceguera del poder y la perdida de tierra de sus representantes generará nuevos percances y nuevas bajas inocentes, propiciando el circo grotesco que siempre es bienvenido.
9.- El anuncio inoportuno de convertir las instalaciones del antro en Casa de Cultura añade un toque cínico e hipócrita a lo ocurrido. Pareciera que en esta urbe enloquecida, el conocimiento es una curita para sanar heridas mayores, para limpiar conciencias y para cumplir con el qué dirán correspondiente.
10.- Y respondiendo a los simpatizantes de las teorías de la conspiración sólo apuntamos que nadie es tan idiota como para montar un operativo a sabiendas que se lo llevará entre las patas. Que muchas cosas salieron mal, es cierto. Pero eso no vuelve inocente la irresponsabilidad y la ignorancia de hombres y mujeres que simplemente no pudieron cumplir su trabajo. No fue una canallada, fue la comprobación que por encima de lo que se diga, México, la capital, sigue estando en la edad de piedra y eso ninguna propaganda de esperanza puede cambiar.
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