¿A quién sorprende esta investigación?
“En 2005 se denunciaron menos de un secuestro por día (0.89); durante los primeros seis meses de 2010 se han denunciado, diariamente, 3.72 delitos de este tipo. Esto significa un crecimiento de 317%”, según un estudio realizado por la Cámara de Diputados, a partir de cifras oficiales y de diversas fuentes.
La cifra aterradora aun no es fidedigna al faltar el redondeo de casos no denunciados que la elevarían en un rango de 3 a 16 veces.
El Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública (CESOP) de la Cámara de Diputados continúa: “Existe otro cálculo, aún más pesimista. De acuerdo con el Instituto Ciudadano de Estudios sobre la Inseguridad (ICESI), con base en una encuesta nacional de victimización, en 2007 se cometieron 6 mil 600 secuestros, lo que significaría que por cada uno de los que fueron denunciados, se cometieron otros 16”.
El estudio “Secuestro: impacto social y características del delito” revela que los secuestradores tienen, en general, un nivel considerable de integración social.
En el caso de los que delinquieron en el Distrito Federal y estado de México, se trata de personas —en promedio— de 31 años, con tres hijos, que un mes antes de privar de su libertad a una víctima, tenían un trabajo de asalariado, comerciante o burócrata; y se aliaron a una banda con familiares de tres y nueve integrantes.
Del total de secuestradores, 22% trabajó para las Fuerzas Armadas, la policía federal o corporaciones estatales.
De los que algún día fueron encargados de la seguridad y bienestar social, 59% afirmó que en caso de haber tenido dinero habría librado su detención.
“En un estudio elaborado a partir del testimonio de diversos policías sentenciados por secuestro, permite identificar instituciones policiales con prácticas de arbitrariedad y en las cuales persisten grupos informales que controlan a un grupo indeterminado de agentes.”
“Y el roce constante con los delincuentes que otorga a los policías múltiples conocimientos sobre las formas de operación, personas involucradas y los espacios propicios para delinquir. Todo ello es posible en un contexto institucional en el cual no existen controles internos, escasa transparencia y un nulo desarrollo profesional”.
En el caso del perfil de los secuestradores detenidos en el resto del país, hay coincidencia en la edad, pues tienen entre 22 y 35 años.
“Su carrera delictiva marca una espiral creciente de especialización y violencia, se iniciaron con robo, continuaron con asaltos bancarios o a transportes de valores y con secuestros. Este ciclo se puede cumplir en un año o año y medio”.
”A nivel federal, 42% de los plagiados eran comerciantes o empresarios y tenían entre 16 y 30 años.”
“Una quinta parte de las víctimas eran (al momento del secuestro) estudiantes, y 16% empleados. No obstante, las víctimas suelen ser jóvenes, pues el grupo de edad más amplio y vulnerable se encuentra entre 16 y 30 años (37%), seguido del grupo de entre cero y 15 años (14%)”.
Por esas víctimas, los secuestradores pretendieron obtener como rescate un promedio de 9.7 millones de pesos, de los cuales recibieron sólo 5%, equivalente a 485 mil pesos.
La cifra de los rescates sí presentó una reducción de 30% con respecto 2008, cuando se exigían hasta 14 millones de pesos por la liberación.
Según datos del estudio, en 5% de los casos de secuestro, la víctima falleció.
De 2007 a junio de este año, los secuestros se concentran en ocho estados de la República: Chihuahua (498), México (413), DF (380), Baja California (287), Michoacán (277), Guanajuato (145), Guerrero (143) y Tamaulipas (113).
“Aunque el temor al secuestro está muy esparcido en todo el país, siete de cada 10 secuestros denunciados se concentraron en ocho entidades federativas.”
“Tres de ellas tienen en común una intensa actividad económica: estado de México, Distrito Federal y Guanajuato; dos de ellas históricamente han enfrentado grandes rezagos sociales y recientemente el crecimiento de bandas delictivas: Michoacán y Guerrero.”
“Finalmente, entre los estados con la mayor cantidad de secuestros denunciados se encuentran tres entidades fronterizas con crecimiento reciente de delincuencia organizada: Chihuahua, Baja California y Tamaulipas”.
En una segunda lista, con menos casos de secuestro, pero en línea creciente, están Coahuila, Durango, Morelos, Oaxaca y Puebla; en contraste, Yucatán ha registrado cero casos, mientras que Tlaxcala, Colima y Campeche tuvieron hasta seis casos en cinco años y medio.
El Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública de la Cámara Baja recopiló también una serie de encuestas y entrevistas de instancias oficiales en las que se detalla el móvil del secuestro, y el secuestro exprés en México.
Según el documento Evaluación del desempeño en el combate contra el delito de secuestro 2007-2009 integrado a través de 355 denuncias anónimas entre marzo de 2008 y noviembre de 2009, en 97% de los casos, la víctima fue liberada por los delincuentes y en tan sólo en 3% la misma víctima escapó.
Casi el 50% de los delitos de este tipo se cometen en miércoles y jueves de agosto, septiembre y octubre, entre las 18 y 24 horas, con violencia extrema.
Al 62% de los secuestrados los interceptaron en un vehículo automotor (53% de ellos en taxi), mientras que a un 16% los sometieron mientras abrían, estacionaban o cerraban sus automóviles
Efectivamente, en México, el secuestro se triplicó en cinco años y las autoridades, al igual que en todos los rubros delictivos, fueron impotentes para ponerle un hasta aquí.
Curiosamente, los datos aportados por el estudio sólo enuncia que 30% de los casos son atribuibles a la delincuencia organizada.
El mapa delictivo muestra que la “industria del secuestro” se mueve en concordancia a las características económicas de la región y a la permisividad de las leyes e instituciones, sin una muestra de reducción significativa de la tendencia, es decir, que las entidades punteras mantendrán su lugar y que, incluso, estados sin este tipo de problema lo irán padeciendo como consecuencia de los escasos resultados judiciales.
La presencia de policías profesionales entre los sentenciados por secuestro determina que el entrenamiento y la capacitación que reciben para el cargo, además del roce constante con el hampa, les brinda una especialidad para ejercer el ilícito con mejores expectativas de lucro.
No obstante el panorama negativo que muestra “Secuestro: impacto social y características del delito”, las expectativas reales de solución a la problemática son escasas. En tanto el secuestro sea un delito rentable, habrá gente dispuesta a hacerlo, independiente al mito de que los pobres delinquen, pues, como una gran corporación los secuestradores requieren de estructuras de poder que los protejan y les faciliten la logística indispensable en su espantosa tarea.
Es factible que improvisados se metan a secuestradores, sin embargo, no es el grueso de los casos. Como toda labor empresarial, el secuestro exige una inversión que los “muertos de hambre” no pueden solventar. Por ende, detrás de los secuestradores existe una casta de intocables quienes realmente son los recaudadores de la ganancia en dinero sangriento.
Eso, por obvias razones, no lo expone el informe.
P.D.- Si saben tanto de los secuestradores entonces por qué no los han detenido.
ATENTAMENTE
EL ÚLTIMO DE LOS DODOS
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