jueves, 24 de septiembre de 2009

A TÍTULO PERSONAL: EL HONDUREÑO INCÓMODO

Por.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL

En una decisión adversa al Derecho Internacional, Brasil permitió a Manuel Zelaya, presidente depuesto de Honduras, instalarse en su embajada de Tegucigalpa para continuar provocando la inestabilidad de la gente y la democracia a quienes dice defender.

La reacción natural de las autoridades hondureñas fue evitar catástrofes mayores y poner en un círculo de exclusión el inmueble y al nefasto refugiado, dispersando violentamente a los simpatizantes de Zelaya y poniendo otra vez a Honduras en medio de un conflicto inmerecido.

Al sentir una amenaza concreta por intervenir directamente en asuntos ajenos a cualquier competencia, Brasil ahora pide al Consejo de Seguridad le ayude a darle la vuelta a la bronca suscitada por su torpeza diplomática.

Para los analistas malpensados, en el desafío de Zelaya se percibe la mano negra de Hugo Chávez, el fantoche venezolano, dando un empujoncito al gobierno de Brasil en la determinación de facilitar el acceso de Celaya a su embajada de Honduras, sabiendo el riesgo de precipitar otra crisis trayendo al hondureño incómodo.

El ejercicio de la diplomacia es una aplicación de inteligencia, planeación y estrategia; no un giro de contentillo, de lo contrario, el resultado es precisamente la captura del objetivo por el adversario.

Brasil pide ayuda a la Sociedad Internacional por un resbalón estúpido y, difícilmente, recibirán el respaldo supuesto. En la zona nadie quiere llevarse la papa caliente de Zelaya y, recuerden México, el señor tampoco hace mucho por allegarse aliados.

Brasil tendrá tiempo, de encapricharse con la postura de beneficencia pública, para explicarle al mundo la razón de cubrir a este personaje patético, aunque después de la defensa al programa nuclear de Irán, el cobre le va aflorando.

Se ve difícil una solución a modo de Zelaya y sí, bastante perjudicial del lado de Brasil, precisamente por ser insensible a los vientos de recogimiento existente en el continente. Desde el principio del golpe militar, el Continente deploró en forma unánime de y dientes para afuera el ejercicio antidemocrático, pero no metió un dedo en el pastel, es decir, cumplió la forma y evitó el contenido.

Sin embargo, Brasil, por razones aun no expresas, decidió meterse en el fango y ha conseguido cuanto busca, poniendo en riesgo a sus nacionales, en Honduras, y posibilitando un reclamo devastador de las fuerzas hondureñas.

El reto de Zelaya a quedarse en su país en libertad y permanentemente no deja de ser un sueño guajiro. A no ser de una franca intervención de la Revolución Bolivariana, devolviéndolo al poder. No obstante, el juego de Chávez es la desestabilización indirecta y no desenmascararse, perjudicando los acuerdos petroleros debajo del agua con los Estados Unidos.

Brasil, no está en un juego de fútbol profesional, y las probabilidades están en contra. Pero será la enseñanza dura y no el ejemplo de otros, la inspiración para safarse del pobre circo capturado.

Ni para cajeta, Zelaya.

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