martes, 15 de julio de 2008

FARFADET: Esquizofrenia: la tenue línea entre la realidad y la irrealidad


POR: Patricia Viv


Mejor olvida todo y comienza de nuevo. Dime una palabra. Iniciamos así: un interminable juego de palabras, escuchas las voces parlar una innumerable cantidad de palabras y… vamos…es el reto. Atrévete a inventar una historia en cada palabra que te diga, me arremete una de las voces mientras otra se burla y me insulta, critica lo que hago y lo que no … a que no puedes.

Camino por la habitación, dando vueltas, pensando mientras las voces hablan, continuando su juego de palabras. Se han olvidado momentáneamente de mí enfrascándose en la palabrería, acomodando y reacomodando las palabras… veamos… dice una a la otra… consulado… tiempo… con-lado-su- cónsul… cuatro palabras… correcto… pasamanos… tiempo… pasa-manos-asa-ano-ama-nos…seis palabras… pájaro… tiempo… paja-aro…dos palabras… camarada…tiempo… cama-ara-ama-ada-camara-da-mar… siete palabras… abruptamente dan por terminado su juego iniciando una conversación entre ellas, dejo de escucharlas, alguien me llama al mismo tiempo que arranca de un tirón las cobijas que cubren mi cuerpo.

- ¿Sabes que a mi tío lo mató un perro?
-¿Lo mordió?
- Tenía rabia
- No, el perro se le atravesó a mi tío, lo tiró, cayó al piso y se fracturó la cadera, lo llevaron al hospital donde murió.
-¿Y qué le pasó al perro?

Pero no hay contestación. Se ha ido fugazmente, así como llegó, deambulando por el pasillo, arrastrando los pies. Tras la respuesta acuden las demás voces. Las imágenes del televisor llaman su atención y también la de las otras. Una a una se acomodan frente a la pantalla, atrás ha quedado la historia del perro. El botón del volumen del televisor no funciona, pronto todo se termina. Mientras duermen, mis ojos se niegan a cerrarse.

Una luz tenue no me deja dormir. Voces distantes ocupan mis pensamientos. Una nueva dosis y mis párpados caen aunque sea por unas cuantas horas… Mi cuerpo levita sobre la cama… ¿Será posible que pueda volar por la habitación?… ¿Será posible recorrer los pasillos vacíos hasta toparme con una estrella en un pubis? Sí, mira, tengo una estrella aquí. Rita señala con su dedo índice su pubis enjabonado y como si fuera una amorosa madre se dispone amablemente a enjabonarme la espalda. Tállate bien la espalda, me reprende, aunque a mí, tan amable gesto no es agradable. Sensaciones diversas recorren mi cuerpo al ser tocada por otra. Burundanga conversa, parla un discurso plagado de drogas, su mirada esquiva la de su interlocutor. Me ignora y yo a ella. Alguien planea fugarse. No creo que lo logre. Dice que lo intentará el día de hoy. Cuento los ladrillos de las paredes y pienso en el que quiere fugarse. Asomarme por las ventanas ocupa mi tiempo. Espero presenciar la fuga. No creo que lo logre, comento en voz baja. Alguien me escucha, un remedo de la madre Teresa, trata de convencer al que quiere fugarse que no lo haga, que piense en cosas positivas. Comentarios obscenamente absurdos brotan de la boca de Ana, me gustaría meterme en su cabeza y lavarla con un cepillo, desempolvar sus neurona, navegar en sus hemisferios, detonar la bomba que permita ubicarse en el mundo real, pero su alma se niega, prefiere divagar en el limbo, columpiarse en la delgada línea que divide la realidad de la irrealidad.

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