martes, 3 de febrero de 2009

AD: ESA MERCADOCTENIA NUESTRA

Por: Raúl Gómez Miguel

No es que esperemos que las campañas de mercadotecnia y propaganda política mexicanas sean aportes definitivos para el ejercicio mundial o sean referencias obligadas de la globalización del oficio, sino que simplemente funcionen y no nos hagan ver ni como público y electores a modo de una punta de retrasados mentales que creemos absolutamente todo. Esto es lo que preocupa.

Para mi desgracia he contemplado los anuncios propagandísticos de los partidos políticos y el Instituto Federal Electoral y no sé si reír o llorar. Me topé con los discursos limitados de siempre y las promesas farsantes obligadas. La creatividad de los responsables destaca por su ausencia y los objetivos se acumulan en otra parte y no en la del convencimiento del voto.

Por si faltara algo, las elecciones intermedias de 2009 son actos cívicos de segunda porque para el mexicano promedio las que importan son las presidenciales, las demás son trámites engorrosos que se cumplen más por coerción que por una asistencia cumplida de los ciudadanos.

O sea que a la malísima calidad de los mensajes habrá que agregar el escaso interés que inspira en la gente común la selección de una panda de malandrines que sustituirán a los actuales que son en mucho los responsables directos de la fatalidad que vivimos. Por ello, gastar los millones que costarán las elecciones de 2009 es un exceso en el tiempo de crisis que está golpeando a los mexicanos.

Meditemos en los hombres y las mujeres desesperadas por haber perdido y no conseguido aún un trabajo y hablémosles del crecimiento de la democracia, la grandeza de México, las acciones responsables y las barrabasadas que escurren los comerciales políticos para que entendamos por qué el gasto es inútil.

La gente desea acciones y respuestas concretas que ni siquiera el Presidente de la República puede darles. Es en este contexto de carencia sería de mayor utilidad las gorras, escobas, bolígrafos y cuanto artículo promocional se nos ocurran que las bellas fantasías que producen las agencias de publicidad para INRI de la industria y de la inteligencia mínima promedio.

Los agarrones entre televisoras, autoridades electorales y contendientes vuelven a la condición exclusiva de ser un ajuste de tranzas y no del interés general. A priori los ciudadanos sabemos que los puestos políticos son un asunto de negociación y no de falta de taches en un papel. Por eso prende que cuando están en el callejón de las patadas le pasen la bronca al pueblo y nos envuelva con una improbable preocupación por justicia e igualdad.

Es un crimen que se asignen presupuestos a entidades políticas que sirven para valiente la cosa y que se nos exhorte a cerrar filas, apretarse cinturones y demás anuncios patrioteros que la clase política y gobernante jamás ha creído.

A final del año ya estaremos atestiguando el dispendio de los dineros y los reclamos por un absentismo del que se sabe el origen, pero que no se desea aplicar la cura. La política mexicana opera en un mundo ideal, no en el nuestro, el de todos los días. ¿Para qué friegan con nuestro voto si harán siempre lo que les convenga? Mejor que se metan en su esfera de cristal y que se eleven lejos por el bien de México.

No hay comentarios: