jueves, 10 de diciembre de 2009

A TÍTULO PERSONAL: LA LUCHA POR LOS DERECHOS HUMANOS EN TIEMPOS DE CALDERÓN

Por.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL

Como lo habían previsto los DODOS, Amnistía Internacional no sólo reveló su informe sobre las condiciones irregulares de inseguridad por las que atraviesa México, alguna vez ejemplo de la paz chicha continental, sino exhorto a sus integrantes a manifestarse en 150 embajadas mexicanas en el mundo en contra de la presencia del ejército en las calles de varias entidades federativas, azoladas por la guerra contra el narcotráfico.

Ante esa dura crítica de la organización no gubernamental, César Nava, la versión muñeco chaqueto de ventrílocuo de Felipe Calderón y seudo dirigente del Partido Acción Nacional, abrió la bocaza para expulsar este lingote de oro ideológico “No hay nadie en este país más interesado en el retiro del Ejército en esta lucha que precisamente los capos de la droga. Ellos son los principales interesados y aquellos que se suman a este coro y que piden el retiro de las fuerzas federales, le hacen un flaco favor a la ciudadanía porque la dejaría indefensa y le hacen un descarado favor al crimen organizado”.

El monigote no rebuznó nada más porque la neurona no le funcionó. Honestamente, esta declaración no tiene madre, después de reconocerse las más de siete mil muertes y el número no cuantificado de víctimas colaterales de este enfrentamiento condenado al fracaso real, pero capaz de revolver el avispero de la política interna y las relaciones internacionales.

Tácticamente es casi imposible, sin cargar el peso de la derrota, que el Poder Ejecutivo decline continuar las operaciones del Ejército en el territorio, por el costo político, sin embargo, existen otras opciones jurídicas, políticas, económicas y sociales no exploradas que pueden apalancar una persecución permanente del delito sin poner a los ciudadanos en el paredón. La violencia, lo indica en la Historia, sólo genera mayor resistencia y acciones abominables.

Cuando el Ejército Mexicano era una institución de ayuda, colaboración y protección casi ingenua, después del descalabro de la matanza de la Plaza de las Tres Culturas en 1968, la población mantenía respetuosa distancia; en la medida en que empezó a utilizarse como instrumento del poder para hacer de las suyas, el prestigio fue dañándose al punto que hoy resuena la resistencia civil a tenerlo cerca.

El gobierno federal respalda al Ejército, no en balde lo pusieron en medio de los trancazos, pero uno de los problemas mayores entre autoridad y ciudadanía es que no se han revelado los datos duros de lo que se está haciendo y, mucho menos, el porqué de esta invasión armada. En serio, argumentos como “no dejaremos que las drogas lleguen a tus hijos” o el sobadísimo criterio del patriotismo no alcanzan para convencer al pueblo de la inexistencia de intereses ocultos en esta matanza.

Un paso valiente a la comprensión de la problemática es contar la verdad, aunque duela y lastime. No mantener la información privilegiada y enviar efectivos tras efectivos para saber que, por ejemplo, Ciudad Juárez es una de las ciudades más violentas del mundo a la que no se ha podido poner en orden.

Tampoco es atrayendo la pluma de figuras de la desinformación mediática para contar la amenaza de un atentado durante el “Teletón” para convencer a las mentes dóciles de la malas entrañas de los mal vivientes. “Lloramos” por la niñez discapacitada, quiénes lloran por los niños muertos, heridos o huérfanos a cuenta de la persecución a los narcotraficantes; estos no venden en los medios.

Calderón dijo que el crimen no se resuelve por arte de magia; tampoco, creemos los Dodos, que con la paz de los cementerios.

Los informes detallados de violaciones a los Derechos Humanos por el Ejército Mexicano están creciendo exponencialmente hasta alcanzar un punto de ruptura. No obstante por conveniencia, los Poderes restantes de la Federación están alentando (ya con las porras o con el cínico silencio) el desbarranque de Calderón y los implicados directos en el conflicto armado.

Es tiempo de contraer compromisos civiles con la paz, el derecho y la inteligencia política.

¿Quién nos sigue?

Y a propósito de la preocupación social, tendremos en nuevo partido de zánganos para el próximo año “DIA”, Diálogo para la Reconstrucción de México, integrado por pelafustanes extraídos del Partido de la Revolución Democrática, Partido del Trabajo y Convergencia; algo elegantísimo...



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