viernes, 16 de enero de 2009

EDITORIAL: EL DERECHO A LOS BESOS

Toda manifestación de amor es una manifestación de vida. Por ende, el intento de prohibir los besos en lugares públicos, que promueve el alcalde panista de Guanajuato, Eduardo Romero Hicks, es un atentado no sólo a la existencia, sino a los derechos fundamentales de las especies a demostrar el aprecio por sus semejantes, lo cual es un ataque directo a la esencia misma de la Naturaleza.

De igual modo, definir -como lo intenta la Iglesia católica- la conformación normal de una familia es una aberración en toda la extensión de la palabra. Cada ser vivo tiene sus usos y costumbres para desarrollar vínculos amorosos y familiares, funcionales y felices.

En consecuencia, los Dodos -como parte integral de los seres vivos que habitan esta tierra- nos negamos rotundamente a seguir cualquier dirección que vaya en contra de nuestra esencia, sentimental, de libertad y de justicia. Nos confesamos, según los esquemas de la derecha -anacrónica y ahistórica- culpables de los delitos de amor (entendido por nuestra tendencia innata al besuqueo constante), de violentar las disposiciones eclesiásticas de funcionalismo familiar por integrar "familias" que incluyen a diversas especies sin que por ello hayamos resentido la pérdida de la felicidad o el castigo del Gran Dodo Universal, y de ser malportados públicamente cuando no estamos de acuerdo en que nos afecten nuestro también innato sentido de libertad.

Así que proponemos a la hermandad guanajuatense de Dodos que salgan a las calles y se besen hasta el cansancio, evitando -eso sí- besar al señor Romero Hicks, porque no le gustan los besos y tampoco la felicidad ajena.

La Comunidad Dodo Mundial

PD: Con esa tendencia, al rato, hasta doña Consuelito Velázquez puede ser perseguida por revertir el orden establecido a través de una canción subersiva que hemos tomado incluso como símbolo de la Ciudad de México que lleva el blasfemo título de "Bésame mucho".

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