sábado, 31 de enero de 2009

APUNTES: ESTUDIA LO QUE QUIERAS Y TRABAJA EN LO QUE PUEDAS

Por: Ana Laura Domínguez

No es nuevo el saber de aquellos taxistas que son contadores, o de abogados vendedores de enciclopedias de puerta en puerta. En realidad es el pan de todos los días y la desventura de muchos. Jóvenes y no tanto. Antes el problema lo tenían solamente los recién egresados de cualquier carrera, ahora es un cáncer general. Simplemente no hay “chamba” y la que hay, está mal pagada.

Por lo menos ya no es obligatorio estudiar las carreras tradicionales y por herencia familiar. Antaño, era típico que si tu padre era abogado, tú estudiaras leyes, aunque el latín no te entrara ni por favor y peor aún, ni siquiera te gustaba leer. Ahora hasta los notarios han abierto paso y las notarías ya no se heredan de generación en generación.

Desde hace ya un par de décadas se mencionaba que las disciplinas típicas como Medicina, Veterinaria, Derecho, Filosofía y Letras entre algunas otras, eran carreras saturadas y que por lo mismo, era difícil colocarse en una empresa, no importando la universidad de la que se salía y mucho menos el promedio.

La apertura de nuevas especialidades, sobre todo aquellas relacionadas con la computación, abrían las puertas a las nuevas generaciones.

La mayor parte de las empresas demandaba personal que supiera manejar por lo menos la paquetería básica como Word, Excel, Power Point entre otros.

El diseño gráfico, el diseño por computadora, la comunicación y la publicidad en sí, estaban en pleno auge hace un par de décadas.

Pero ahora los tiempos han cambiado nuevamente o mejor dicho, han regresado a lo que era antes.

Conseguir un buen empleo, o por lo menos conseguir “uno”, el que sea, es una labor titánica para la mayoría de la población, aunque se tenga cierta preparación académica.

Ahora la preparación también debe de ser mental. Tenemos que estar dispuestos a la frustración, al fracaso, al “déjame tu currículo, luego te llamamos”.

Es alarmante la situación de las grandes empresas, inclusive de los monstruos transnacionales. Hay más despidos que contrataciones y en el caso de que éstas últimas existan, son mínimas y los salarios son irrisorios.

Cuando escuchamos la palabra “crisis” automáticamente pensamos en recesión, en desastre, en caos; nunca pensamos en cambio y en oportunidad y eso, eso también significa crisis.

Es momento de una preparación aún mayor en todos los aspectos. En el académico, el laboral, el moral, el espiritual. El que tenga trabajo, que lo cuide, aunque gane poco. El que desgraciadamente no lo tenga, está en el justo medio para poder brincar hacia otra cosa, siempre con miras a la superación personal y por qué no, económica.

No estamos en tiempos de los grandes puestos y mucho menos de los salarios estratosféricos. No podemos pensar en llegar a cualquier compañía y solicitar el puesto de gerente aunque nuestro currículo llene páginas enteras. Es tiempo de aceptación, más no de resignación. Aceptación al cambio y ajuste al mismo.

El que está terminando una carrera se ve obligado a empezar desde abajo, a picar piedra y a tratar de subir escalones. El que es desempleado con años de experiencia, está obligado a actualizarse y a seguir preparándose.

Solamente nos queda un consuelo y es el estudiar lo que uno quiere. Tristemente, no todos logran cumplir el gran sueño de trabajar en lo que a uno le gusta y en lo que uno “sabe hacer”.

Ahora, hay que hacerla de todo.

Ningún trabajo es denigrante… siempre y cuando sea honrado.

¡Suerte!

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