lunes, 27 de julio de 2009

EDITORIAL:

El DODO PAMBOLERO enloqueció y se fue a celebrar al Ángel de la Independencia, la coronación del equipo de fútbol de México al golear cinco tantos contra cero al de Estados Unidos y llevarse la quinta copa de este tipo para los anaqueles de la Historia y la Federación Mexicana correspondiente.

Dejando la crónica deportiva aparte, nos gustó constatar el encumbramiento de dos jóvenes dignos de seguir por sus pares generacionales por el coraje, la determinación y la superación mostradas. Gio de los Santos y Carlos Vela, campeones mundiales de balompié sub 17, se volvieron las piezas decisivas de la victoria y fijaron en el conjunto tricolor un cambio radical de mentalidad triunfadora, suficiente para quebrar DIEZ AÑOS de fracasos en estadios estadounidenses y regalarles a la afición de mexicanos de allá, la alegría de poner en su lugar a los gringos arrogantes en la superioridad deportiva.

La satisfacción de los DODOS se debe a la comprobación, al menos en un icono del alma nacional, el hambre de trascendencia albergada en el día a día de miles de jóvenes mexicanos de ambos sexos incansables y resueltos a concretar metas por otros caminos a los retorcidos del mundo adulto.

Nos parece advertir en esta juventud gloriosa y un espíritu aun no manchado por la mediocridad de los “carcas” y su discurso de justificaciones ante la impotencia. Sin ser todos, estos “chavos” no han aprendido el vicio de bajar la cabeza y gritar no se puede.

Ojalá y la muestra de Vela y de los Santos, junto a los miembros en activo de esa escuadra gloriosa, transmita hacia abajo una visión suficiente del valor personal y de la diferencia constructiva.

Ojalá y el proceso de perfeccionamiento de la juventud no se limite. Jóvenes: los dinosaurios existen por que no han hecho nada al respecto. El país necesita otros vientos, no el tufo a muerto viviente de los rucos insistiendo en poseer la respuesta absoluta y la factura de la decepción. Tienen experiencia, indudablemente, sin embargo, a muchos se les acabó la pasión y la adrenalina por arriesgar a favor de los sueños.

Esta Copa de Oro es de los jóvenes, de nadie más.

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