martes, 11 de noviembre de 2008

MARASSA: Un verdugo lento y silencioso. Cancer Ovárico.

POR: Ana Laura Domínguez

El cáncer de los ovarios, cuya causa real se desconoce a ciencia cierta, ya que son muchas y muy variadas las opiniones médicas y los factores de riesgo, es el quinto cáncer más común entre las mujeres y provoca más muertes que cualquier otro cáncer del sistema reproductor femenino.
Por un lado se dice que, cuantos más hijos tenga una mujer y cuanto antes haya dado a luz, es decir, cuanto más joven sea madre, menor será el riesgo de presentar este tipo de cáncer.

También se habla de que ciertos genes (el BRCA1 y el BRCA2) son responsables de un pequeño número de casos de cáncer ovárico. Las mujeres con antecedentes personales de cáncer de mama o antecedentes familiares de cáncer de mama o cáncer de ovarios también pueden estar en alto riesgo de sufrir este tipo de cáncer.

El uso de fármacos para la fecundidad puede estar asociado con un aumento de la posibilidad de presentar cáncer ovárico, aunque esto es objeto de continuo debate.

Los vínculos entre el cáncer ovárico y el uso de talco, exposición a los asbestos, dieta alta en grasas y la infección de paperas en la infancia causan controversia y definitivamente no han sido comprobados.

Las mujeres mayores tienen el riesgo más alto. De hecho, cerca de dos tercios de las muertes por cáncer ovárico ocurren en mujeres de 55 años o más y alrededor del 25% de las muertes por este tipo de cáncer se presentan en mujeres entre los 35 y los 54 años de edad.

La terrible gran desgracia es que los síntomas del cáncer ovárico son con frecuencia muy vagos e inespecíficos, razón por la cual las mujeres y los médicos generalmente los atribuyen a otras afecciones más comunes y para el momento en que el cáncer es diagnosticado, el tumor a menudo se ha diseminado más allá de los ovarios.

Algunos de los síntomas conocidos son: sensación de pesadez pélvica, malestar abdominal bajo y vago, sangrado vaginal (sangrado uterino anormal; sangrado entre períodos menstruales; manchado entre períodos; metrorragia) pérdida o aumento de peso, ciclos menstruales irregulares, dolor de espalda inexplicable y que empeora con el tiempo, aumento en la circunferencia abdominal.

También algunos síntomas gastrointestinales inespecíficos como: aumento de gases, indigestión, inapetencia, náuseas y vómitos, incapacidad para ingerir las cantidades acostumbradas de alimento y distensión abdominal.

Los síntomas adicionales que pueden estar relacionados con esta enfermedad son: aumento de la polaquiuria o tenesmo vesical (esto es, micción frecuente, significa que hay una necesidad de orinar más a menudo de lo normal, mientras que micción urgente se refiere a una urgencia repentina y poderosa de orinar, junto con molestia en la vejiga) e hirsutismo (hipertricosis; hirsutismo; vello excesivo en las mujeres en donde normalmente no tienen vello).

El diagnóstico del cáncer ovárico no es tan sencillo ni tan preciso como para los otros tipos de cáncer (mamario o del útero). Ojo, los exámenes de rutina y el papanicolaou, no lo son todo.
El examen físico (al tacto interno y externo) puede revelar un aumento del diámetro abdominal y ascitis (líquido dentro de la cavidad abdominal). El examen de la pelvis puede revelar una masa abdominal o en el ovario.

Los exámenes para la detección del cáncer ovárico comprenden:

*CSC (conteo sanguíneo completo) que mide lo siguiente:
El número de glóbulos rojos (GR)
El número de glóbulos blancos (GB)
La cantidad total de hemoglobina en la sangre
La fracción de la sangre compuesta de glóbulos rojos (hematocrito)
El tamaño de los glóbulos rojos (volumen corpuscular medio VCM)

Asimismo, el CSC incluye información acerca de los glóbulos rojos que se calculan de las otras mediciones, a saber:
HCM (hemoglobina corpuscular media)
CHCM (concentración de hemoglobina corpuscular media)
El conteo de plaquetas usualmente también se incluye en el CSC.
Análisis bioquímico de la sangre
CA125
GCH sérica cuantitativa (prueba de embarazo en la sangre)
Alfa fetoproteína
Análisis de orina
Tránsito esofagogastroduodenal
Laparotomía exploratoria
Ecografía
TC del abdomen o una IRM del abdomen

Este tipo de cáncer, a pesar de ser uno de los más malignos, es poco conocido y está casi en pañales en cuanto a su detección o tratamiento. Los casos que se presentan, ya bastante avanzados por cierto, no son cosa de negligencia médica, también es falta de responsabilidad de uno mismo. Cada cual debe hacerse responsable “de su propio equipo”.

Infórmate, no importa si eres hombre, también tienes mujeres a tu lado. Si estamos conscientes de la existencia de esta enfermedad, podemos “exigirle” a nuestro médico que mande pedir las pruebas de laboratorio antes mencionadas, mismas que debieran convertirse en exámenes de rutina, como el papanicolaou.

Todos los seres humanos tenemos en nuestro cuerpo células cancerígenas. Las células cancerígenas aparecen de 6 a 10 veces en la vida de una persona. Éstas se multiplican cuando el sistema inmunológico de una persona es deficiente y esto puede deberse a varios factores como: la mala alimentación, el estrés y un ambiente ácido que provoca a su vez, acidez en el cuerpo. Es decir, cuando una persona tiene cáncer, esto indica que esa persona tiene deficiencias múltiples nutricionales. Estas podrían ser genéticas, ambientales, por alimentos o por factores de estilo de vida de esa persona.

Una forma de combatir el cáncer es llevar a estas células cancerígenas a “morir de hambre”, es decir: no alimentar a las células cancerígenas que nuestro cuerpo posee con alimentos que las estimulen a multiplicarse.

El azúcar es un alimento estimulante del cáncer. Eliminando el azúcar de nuestra dieta se elimina un alimento que fortalece la proliferación de células cancerígenas. Los sustitutos de la azúcar, tales como: Nutra Sweet, Equal, Spoonful, etc., son fabricados con Aspartame el cual es dañino. Un mejor sustituto del azúcar es la miel de abeja y la melaza, pero siempre en pequeñas cantidades. El único edulcorante que no contiene Aspartame es “SPLENDA”.

La sal de mesa se le añade un químico para el color blanco, lo cual es también un estimulante para el crecimiento de células cancerígenas. La mejor alternativa es la sal marina y Bragg’s aminoácidos.

La leche produce en el cuerpo flemas, especialmente en el tracto gastro-intestinal. El cáncer se alimenta de flemas (de mucosas). Eliminando la leche y sustituyéndola con leche de soya sin azúcar produce que las células cancerígenas mueran de hambre.

Las células cancerígenas se multiplican en un ambiente ácido. Una dieta estructurada en cárnicos es ácida, por lo tanto, es preferible ingerir pescado y carnes blancas (pollo) en lugar de carne de cerdo. La carne roja también contiene antibióticos de ganado (animales), hormonas del crecimiento y parásitos, todos ellos son dañinos, especialmente para la persona con cáncer.

Una dieta elaborada con un 80 % de vegetales frescos y jugos, granos, semillas, nueces y un poco de frutas estimularía a crear un ambiente alcalino (PH mayor de 7) en el cuerpo. Alcalinidad es salud. El resto de la alimentación (20%) puede ser provista de alimentos cocidos como granos. Un jugo de vegetales frescos provee encimas vivas las cuales son fácilmente absorbidas, penetrando al nivel celular en 15 minutos, alimentando y estimulando el desarrollo de células sanas y saludables. Es importante comer vegetales 2 ó 3 veces al día. Las enzimas son destruidas a temperatura de 104º F (40º C), por lo tanto los vegetales deben cocinarse a temperaturas inferiores a 40º C, de esta manera, se garantizan los nutrientes que ellos poseen que NO son beneficiosos para células cancerígenas.

Es recomendable eliminar el café, el té y el chocolate, los cuales contienen cafeína. El té verde es la mejor alternativa y posee propiedades que combaten el cáncer. La mejor agua para beber es el agua purificada o filtrada ya que no contiene tóxicos y metales pesados.

La pared exterior de las células cancerígenas, tiene una capa de protección de proteína. Reduciendo o comiendo menos cárnicos, se liberan más enzimas que atacan la pared exterior de las células enfermas, lo cual permite destruir un mayor número de células con cáncer.

Algunos suplementos alimenticios ayudan a construir y a fortalecer el sistema inmunológico: IP6, Flor-essence, Essiac, antioxidantes, vitaminas, minerales, etc. lo cual contribuye a que el propio organismo genere células que destruyen las células con cáncer. Otros suplementos alimenticios, como la vitamina E, se saben que causan problemas apopléjicos, lo cual programa la muerte de células, que es el método normal del cuerpo de disponer de células dañadas, no deseadas e innecesarias.

Y aunque no lo crean, insisto, el cáncer es una enfermedad de la mente, del cuerpo y del espíritu. Una actitud proactiva y un espíritu positivo ayudan, indudablemente, al portador de cáncer a sobrevivir. La ira, la soledad y la tristeza provocaran un fuerte estrés al organismo, creando un medio ácido en el mismo. Aprender a tener un espíritu lleno de amor y perdón contribuirá a mejorar las condiciones de cáncer. Aprender a relajarse y a disfrutar de la vida son herramientas útiles a la persona con el padecimiento.

Las células cancerígenas no pueden operar en un ambiente oxigenado. Los ejercicios diarios y la respiración profunda contribuyen a que las células reciban más oxígeno. La terapia con oxígeno es otra forma a emplear para destruir células cancerigenas.

(Fuente: Hospital John Hopkins de los EUA.)

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